En 2020 Amazfit presentaba su T-Rex. Un reloj en calidad-precio orientado al uso en deportes de alta montaña, atletismo, entrenamiento intensivo de fuerza y otros deportes exigentes. Su sucesor es el T-Rex 2, una discreta renovación que conserva los aspectos fundamentales del T-Rex de primera generación, mejorando en puntos clave como pantalla y batería.
Pasa por nuestra mesa de análisis el Amazfit T-Rex 2, el reloj más aventurero de la compañía. Un reloj más ambicioso, más caro y con la misma esencia. ¿Será la evolución que merecía el T-Rex? Vamos a comprobarlo.
Ficha técnica del Amazfit T-Rex 2
AMAZFIT T-REX 2 | |
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DIMENSIONES Y PESO | 47,1 x 47,1 x 13,65 mm |
MATERIAL | Polímero |
PANTALLA | AMOLED de 1,39 pulgadas |
TAMAÑO DE LA CORREA | 22 mm |
CONECTIVIDAD | GPS+GLONASS |
SENSORES | BioTracker |
RESISTENCIA | 10 ATM |
BATERÍA | 500mAh |
PRECIO |
Amazfit Smartwatch, Unisex-Adult, Aluminium, Normal
Un diseño con "resistencia militar"
Al igual que en la generación pasada, Amazfit promete que su T-Rex 2 cuenta con hasta 15 "certificaciones militares" bajo el protocolo de resistencia MIL-STD-810G. En el mundo real, esto implica que ha pasado 15 de las 29 pruebas que homologa el estándar MIL-STD-810G, aunque no se detalla cuáles. Del mismo modo, se indica que puede soportar temperaturas de entre 70ºC y -40ºC, así como la posibilidad de sumergirlo a una profundidad de hasta 100 metros.
Que un reloj cuente con "resistencia militar" lo hace, a priori, más resistente a condiciones extremas. No obstante, hay buena parte de marketing aquí, y es que sin ir más lejos Amazfit nos recomienda quitarnos el T-Rex 2 en la ducha, ya que el vapor "puede afectar al sellado del dispositivo". Resistencia extrema, pero no tanto.
En el apartado puramente estético, estamos ante un reloj muy similar a lo visto el año pasado. Es grande, grueso y voluminoso, con unas dimensiones de 47,1 x 47,1 x 13,65 milímetros para un cuerpo circular. Lo que vuelve a sorprender es el peso. Si bien "ha cogido kilitos" respecto a la generación anterior, tan solo pesa 66 gramos, lo que lo hace sorprendentemente ligero para lo grueso que es.
Pese a estar acabado en plástico, la calidad de construcción es exquisita. Se nota robusto, bien rematado, sin baile alguno en los botones o tornillos, y con una pantalla bien protegida por el bisel circular. Vuelven los cuatro botones "Up", "Down", "Select" y "Back", que describen perfectamente las acciones que ejecuta cada uno de ellos. Esta generación no hay tanto "clickeo", estando mejor rematados y siendo más sólidos a la hora de pulsarlos.
En lo personal, no me agrada demasiado que haya tanto botón. La pantalla táctil suple todas las funciones de los mismo, y una pequeña corona hubiese resultado más elegante y menos confusa.
Por último, destacar que la correa es fácilmente adaptable a cualquier muñeca gracias a sus múltiples perforaciones. Al contrario que en buena parte de los smartwatch, no podemos cambiarla por una convencional de 22mm, un pequeño punto en contra.
En resumidas cuentas, el Amazfit T-Rex 2 es un reloj voluminoso, algo incómodo para el día a día (sobre todo para dormir), pero que llega con el fin de ser lo más resistente posible, por lo que no busca ser el más estilizado ni el más elegante. La calidad de construcción es excelente, y eso es lo que importa.
Una genial pantalla AMOLED
La pantalla crece considerablemente esta generación, desde las 1,3 pulgadas del T-Rex hasta las 1,39 pulgadas para esta generación, respetando la tecnología AMOLED. En un dispositivos tan "pequeños" como los relojes inteligentes, se agradece sobremanera este aumento de panel, que por cifras pudiera parecer menor. La resolución aumenta hasta los 454 x 454 píxeles. El tratamiento oleofóbico es mejorable, y en unos pocos minutos de uso ya tendremos la pantalla llena de huellas.
Nos ha gustado el trabajo del brillo automático, que funciona al nivel de un smartphone de gama media-alta. La respuesta de la pantalla también es buena, sin retrasos y siendo bastante sensible a las pulsaciones. Para los que no quieran desconexión alguna con el reloj, cuenta con modo Always On Display, a costa de gastar más batería.
Es una pantalla de gran calidad en términos generales, con la que no tendremos problema para visualizar sus contenidos a pleno sol en alta montaña, ni nos deslumbrará cuando caiga la noche. Mayor tamaño, mayor resolución, y el siempre de agradecer añadido de contar con tecnología AMOLED.
Rendimiento y software: hay mucho por mejorar
Amazfit repite con AmazfitOS, un sistema operativo que no cuenta con tienda propia de aplicaciones, pero al que no le faltan funcionalidades de ningún tipo. Lo primero que me ha sorprendido de este T-Rex 2 es lo rápido y fluido que se mueve. Sin llegar a cotas de los mejores relojes con WearOS o de los Apple Watch, es un reloj muy suave, responde rápido y no hay rastro de lag o algún que otro pequeño microtirón.
Otro punto positivo es lo rápido que se conecta al GPS, siendo compatible según Amazfit con cinco sistemas de posicionamiento por satélite. Si el GPS es algo importante para nosotros a la hora de comprar un reloj, el T-Rex 2 se desenvuelve bien.
Tenemos una gran cantidad de esferas, pudiendo configurarlas desde el propio reloj o, de forma más cómoda, desde la app Zepp en iOS y Android. Las esferas son personalizables, por lo que podemos ajustar algunos de los elementos que aparecen en las mismas. Aquí es donde volvemos a echar en falta una corona, ya que en una pantalla tan pequeña es bastante tedioso andar configurando elementos de unos pocos milímetros en una esfera.
Aunque desde el reloj podemos gestionar buena parte de las configuraciones, el principal centro operativo es la app. En ella podemos consultar los datos sobre sueño, movimiento en el día, ritmo cardíaco, etc. Hemos de apuntar que la app no está demasiado bien diseñada y es bastante caótica.
Al abrirla tenemos datos referentes a lo que nos hemos movido ese día, sueño y ritmo cardíaco. Pero si queremos ir más allá, tenemos pulsar en un muy poco intuitivo icono superior que esconde datos sobre funciones avanzadas, como la medición de oxígeno en sangre y demás.
Tampoco se libra del tirón de orejas la experiencia de usuario con el propio reloj. Por ejemplo, la detección automática de actividad física está limitada a muy pocos entrenos: caminata, máquina de correr, ciclismo y algunos más. A la hora de seleccionar algún modo para entrenar, es bastante caótico.
- Seleccionamos el modo de deporte.
- Pulsamos sobre él.
- El GPS busca señal.
- Tenemos que pulsar sobre el una interfaz que cambia entre verde y rojo según encuentre o no el GPS, ya que de lo contrario no se activa la monitorización de entrenamiento.
- A la mínima que pulsemos sin querer algún botón físico de ir hacia atrás, se cancela la monitorización.
De hecho, durante los primeros días, no entendía por qué no estaba midiendo los entrenamientos. Resulta que no estaba pulsando sobre la interfaz verde. Si a un analista le cuesta descubrir algo "tan básico", entiendo que no es la mejor implementación para un usuario medio. Basta con añadir a la interfaz un icono de "start" para saber que está midiendo.
La medición, al menos de ritmo cardíaco, también me ha dado algunas oscilaciones raras. Desde medirme 88ppm estando entrenando a pleno rendimiento, a oscilaciones de hasta 20ppm en reposo en periodos muy cortos de tiempo. Lo que sí parece medir con gran precisión es el sueño. Mide el tiempo que hemos estado durmiendo, sueño profundo, calidad de respiración y, en general, ofrece una medición completa y real de cómo hemos dormido.
Un reloj inteligente no deja de ser un centro de notificaciones para el teléfono, y el T-Rex. 2 no iba a ser menos. Podemos recibir mensajes de WhatsApp, Instagram, Telegram, y casi todas las apps. Pero no permite contestarlas ni muestra emojis. Del mismo modo, a pesar de que el dispositivo tiene altavoz para las notificaciones, no permite responder llamadas.
En resumidas cuentas, sensaciones encontradas en experiencia de uso. El rendimiento es bueno, el reloj se mueve rápido y tiene poco que envidiarle aquí a los mejores del mercado. No obstante, el software tiene mucho margen de mejora, tanto en el propio reloj como en la app de Zeep.
Haciendo deporte con el Amazfit T-Rex
El Amazfit T-Rex 2 nace por y para hacer deporte, poniendo a nuestra disposición una numerosa cantidad de deportes a monitorizar. Entre ellos, encontramos los siguientes.
- Carrera al aire libre
- Caminata
- Cinta de correr
- Correr en patio (correr en pista, mal traducido)
- Ciclismo
- Natación en piscina
- Natación en aguas abiertas
- Montañismo
- Senderismo
- Entrenamiento de fuerza
- Máquina de remo
- Triatlón
- Golf
- Snowboard
- Esquí
- Comba
Hay aún más modos y, si bien se agradece la variedad, en un reloj que apunta a ser profesional y técnico, quizás son demasiados. Es decir, es prácticamente imposible medir un "triatlón", sin que el dispositivo se haga un lío en zonas de nado, ciclismo y carrera. Algo similar sucede con "Senderismo y Montañismo". ¿Cuál es la diferencia aquí? Las mediciones acaban siendo prácticamente las mismas.
No obstante, nos quedamos con el lado positivo de que, practiquemos el deporte que practiquemos, seguramente lo encontremos dentro de la lista del reloj.
El punto más positivo tiene que ver con los informes sobre nuestras actividades deportivas. Automáticamente el GPS vuelca los datos del reloj en la app, y la información que nos arroja es muy completa. Por ejemplo, en caminata o carrera, tenemos la ruta que hemos hecho, velocidad máxima, promedio, altitud, distribución de la pendiente, etc.
No obstante, no es del todo cómodo consultar los entrenamientos por culpa de la app. Hay que ir a la pantalla principal, pulsar sobre el icono de menú, irse a "actividades" y ya, desde ahí, podemos ver los entrenos que hemos hecho. **Deberían aparecer en el menú
Autonomía: olvídate del cargador
En la generación pasada, teníamos una autonomía de hasta 12 días. En esta, Amazfit promete que puede sobrepasar el mes de uso. En nuestro uso, hemos querido exprimirlo al máximo. Hemos llevado activo todo: la medición de sueño, ritmo cardíaco, oxígeno en sangre, estrés... También apuntar que hemos entrenado durante todos los días que lo hemos tenido, por lo que ha tenido que monitorizar entre 1 y 2 horas diarias de actividad física.
Con este uso, hemos logrado llegar a 8 días con un 50% de batería restante. En otras palabras, dos semanas de batería con un uso muy intenso. Bastaría con bajar el ritmo de entreno y desactivar alguna que otra función para llegar sin problema alguno al mes de batería que promete Amazfit.
La carga tarda algo más de una hora, aunque no es algo demasiado relevante aquí. Bastará cargarlo un rato para tener casi un mes de autonomía, así que no es un mal negocio. El contar con pantalla AMOLED, batería de 550mAh y un sistema operativo bastante sencillo, hace que este Amazfit sea un auténtico mechero.
Amazfit T-Rex 2, la opinión de Xataka
El Amazfit T-Rex 2 prácticamente ha duplicado su precio respecto al T-Rex de primera generación. Mejora bastante en batería, pantalla y, marginalmente, a nivel de rendimiento y experiencia de uso. Es un dispositivo para aventureros, bastante resistente y nada pesado en la muñeca. No obstante, hay mucho margen de mejora a nivel de medición y usabilidad. Un dispositivo de más de 200 euros debería ser más preciso con el ritmo cardíaco, aunque intente compensarlo brillando en mediciones como las de sueño.
Los 229 euros de los que parte hacen que el Amazfit T-Rex sea su principal enemigo, ya que la distancia entre uno y otro es bastante corta. Si quieres lo último de Amazfit, tener un reloj ultra-resistente con casi un mes de autonomía y una buena experiencia GPS, cobra sentido apostar por la última generación.
8.1
A favor
- La autonomía es sencillamente espectacular.
- La pantalla es de gran calidad y se ve bien bajo el sol.
- El rendimiento vuelve a ser un punto fuerte.
En contra
- La interfaz no ha mejorado dos años después. Sigue siendo muy caótico a nivel de software.
- Correas no intercambiables por las tradicionales.
- Poco avance respecto al primer T-Rex.
El dispositivo ha sido cedido para la prueba por parte de Amazfit. Puedes consultar nuestra política de relaciones con empresas.