Realme sigue apostando por lanzar relojes inteligentes asequibles. Después del Realme Watch, un reloj que nos dejó con un sabor de boca algo agridulce, la compañía nos trae el Realme Watch S, una versión circular, con capacidad para medir el nivel de oxígeno en sangre y un precio tan interesante como el de su predecesor: 79,99 euros.
En Xataka ya llevamos un tiempo probándolo y usándolo como nuestro reloj personal para traeros este, el análisis del Realme Watch S. Es un reloj que mejora ligeramente la propuesta anterior, pero como veremos a lo largo del texto todavía sigue teniendo mucho margen de mejora y alguna que otra asignatura pendiente. Sin más dilación, vamos con ello.
Ficha técnica del Realme Watch S
REALME WATCH S | |
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DIMENSIONES Y PESO | 259,5 x 47 x 12 mm |
PANTALLA | 1,3 pulgadas |
CORREA | 22 mm |
GEOPOSICIONAMIENTO | No |
SENSORES | Acelerómetro de tres ejes |
BOTONES | Sí |
RESISTENCIA AL AGUA | IP68 |
BATERÍA | 390 mAh |
REQUISITOS | Android 5.0 o superior |
CONECTIVIDAD | Bluetooth 5.0 |
EXTRAS | Control de música |
PRECIO | 79,99 euros |
Diseño: más elegante
En lo que a diseño se refiere, el Realme Watch S es todo un paso de gigante con respecto a la generación anterior. No solo tenemos un dispositivo con una caja hecha de aleación de aluminio en lugar de plástico, sino que también es redondo y tiene una estética mucho más similar a la de los relojes convencionales. Es una evolución muy, muy interesante y si el Realme Watch no terminó de convencernos en este apartado, el Realme Watch S sí comienza a hacerlo.
Es un reloj bastante ligero, solo 48 gramos, y algo grueso, 12 milímetros. Como podemos ver, es más voluminoso que el Realme Watch, pero en mano se siente bien. Quizá no sea tan cómodo para llevarlo, por ejemplo, mientras dormimos, pero sí para hacer deporte o a lo largo del día. Realmente llega un punto en que te olvidas de que lo llevas puesto.
En el canto derecho tenemos dos botones que clickean un poquito, pero con buen recorrido y pulsación agradable. El de arriba sirve para despertar el reloj (también se puede hacer con el gesto de la muñeca) y acceder al menú de aplicaciones, mientras que el de abajo sirve para acceder directamente a los 16 modos deportivos, es decir, para iniciar una sesión de deporte rápidamente. Ninguno de los dos se puede remapear.
Y ya está. Esto es todo lo que encontramos en la superficie del reloj. No tenemos micrófono ni altavoz integrado ni nada de nada. Es un diseño minimalista, sencillo y sin más pretensiones que sentar bien en la muñeca, y eso lo consigue. Si le damos la vuelta encontraremos los pines de carga, el sensor de ritmo cardíaco con dos luces LED de color verde y el sensor SpO2 (a.k.a. pulsioxímetro) con su correspondiente LED rojo.
En la parte superior tenemos la pantalla, de la que hablaremos más adelante, no sin antes detenernos en un par de aspectos. El primero es que el panel es circular y, por supuesto, está rodeado por un generoso marco con minutero. El segundo es que está recubierto por Gorilla Glass y que las huellas se quedan marcadas, pero no tanto como en el modelo anterior.
El marco es bastante grande y, como sucedía en el Realme Watch, nos quedamos con las ganas de ver cómo sería el smartwatch si dicho marco se hubiera aprovechado algo mejor. Después de todo, tenemos una caja de 47 x 47 milímetros y una pantalla de 33 milímetros de diámetro, así que el aprovechamiento del frontal es mejorable.
Conviene ahora hablar de la correa. Está hecha de una silicona correcta, pero no a la altura de otros relojes más caros. Recuerda de alguna forma a las correas de los Amazfit Bip, sintiéndose poco premium y demasiado dúctil, aunque el tacto no es del todo desagradable. Tiene un cierre de hebilla convencional que funciona perfectamente y una longitud ajustable de 164-208 mm. No obstante, si no nos gusta podemos cambiarla sin problema por cualquier correa de 22 milímetros que tengamos por casa o compremos.
Cuando analizamos el modelo anterior dijimos que la correa de baja calidad junto a su escaso peso hacían que el reloj se sintiera un poco regular. En esta ocasión la cosa ha mejorado. Es verdad que no estamos ante el mejor smartwatch, ni de lejos, pero pesa un poquito más y la correa, sin ser fabulosa, se nota mejor trabajada, por lo que las sensaciones son más positivas.
En resumidas cuentas, el reloj se siente bastante mejor que el modelo anterior, pero todavía carece de ese aroma a reloj premium que muchas personas pueden buscar en un smartwatch. Es bastante más bonito que el modelo anterior, sienta bien a la mano, es elegante, es ligero y, por cierto, tiene resistencia IP68, aunque desde Realme afirman que "la resistencia al agua IP68 del Realme Watch S no es adecuada para nadar y ducharse", así que mejor intentar no mojarlo más de la cuenta por si acaso.
Pantalla: seguimos con un panel LCD
Pasamos así a hablar de la pantalla. Ya hemos dicho que nos habría gustado que los marcos estuvieran mejor aprovechados, pero lo que tenemos es lo que tenemos: una caja de 47 milímetros para un panel de 33 milímetros de diámetro. Si miramos el reloj con la pantalla apagada o en fotos seguramente nos equivoquemos al pensar que la pantalla es más grande, puesto que realmente no lo es tanto. Tiene un tamaño de 1,3 pulgadas, es decir, es más pequeña que la del primer Realme Watch.
Precisamente comparte con este modelo la tecnología empleada. El panel es IPS/LCD, no AMOLED, por lo que los negros no son puros y no tenemos modo Always On. Su resolución es de 360 x 360 píxeles, lo que se traduce en 278 píxeles por pulgada, que no está nada mal. A una distancia prudencial es imposible ver los píxeles, pero lo que sí podemos apreciar es que los negros no son completamente negros. Depende mucho de la watchface que tengamos instalada, pero la sensación general es que el panel LCD se queda corto en el reloj.
Hablando de watchfaces, tenemos alrededor de 100 carátulas que podemos instalar en el reloj y desde la app para Android (ese matiz de "para Android" es importante), aunque en el reloj solo tenemos seis preinstaladas por defecto. Hay de todo tipo, más o menos llamativas, más o menos cargadas, con más o menos complicaciones, así que a gusto del consumidor.
La pantalla es, por supuesto, táctil y a color. Se ve bien de día y de noche, aunque hinca la rodilla cuando la luz impacta directamente sobre ella, haciendo algo más complicado ver la información debido a los reflejos. No es un problema excesivamente grave ahora, en invierno, cuando la luz es más escasa, pero no conviene perder este detalle de vista. La respuesta táctil es correcta y la pantalla responde rápido a nuestros gestos, aunque este buen rendimiento no se acompaña de un sistema operativo que lo aproveche.
En cuanto al brillo, ahora sí que tenemos brillo automático y se agradece, porque el Realme Watch no lo tenía. Se comporta bien, pero siempre podemos configurar el brillo manualmente eligiendo uno de los cinco niveles, a cada cual más potente. El punto dulce está en el nivel tres, pero recomendamos dejarlo en modo automático para no tener que estar pendientes de este parámetro todo el día.
Sobre despertar la pantalla tenemos varias opciones. La más sencilla es hacer el gesto con la muñeca, que ahora sí funciona y viene activado por defecto. La segunda es pulsando el botón superior y la tercera dando un toque sobre la pantalla. El gesto funciona muy bien, pero recomiendo desactivarlo por las noches, ya que se puede activar de forma involuntaria al movernos. Esto se puede hacer desde los ajustes rápidos que hay al deslizar hacia la derecha.
Es una pantalla más solvente que la del modelo anterior, pero todavía tiene margen de mejora. Los relojes son, precisamente, dispositivos que agradecen tener una pantalla AMOLED para tener negros más puros, colores más vivos y modo Always On, pero por ahora Realme sigue apostando por el LCD, posiblemente para mantener el precio bajo. Es una pantalla suficiente para usuarios básicos y con la watchface adecuada puede quedar muy bien, pero para competir contra los grandes hace falta algo más.
Rendimiento: asignaturas pendientes
Sobre el rendimiento tenemos que pararnos a hablar detenidamente. ¿Recordáis que antes dijimos que el matiz de "para Android" es importante? Pues tiene una explicación: Realme Link, la app a través de la cual enlazaremos el reloj al móvil, solo está disponible en Android. Nos consta que la versión para iOS está en desarrollo, pero por el momento el Realme Watch S no es compatible con iPhone. Una pena.
Dicho lo cual, cabe recordar que con el Realme Watch tuvimos algunos problemas, como que la interfaz no estaba traducida a español desde el primer momento, que Realme Link no funcionaba en muchos dispositivos, etc. Todo esto se ha solucionado. La interfaz sí está traducida al castellano (de forma un poco burda, como cuando traducen el deporte "cricket" como "grillo") y la app funciona correctamente en cualquier smartphone Android.
El sistema operativo del reloj es propietario y es muy básico. Tenemos 14 aplicaciones preinstaladas y no se pueden instalar más, ya que no contamos con Wear OS o Tizen. Las apps son deporte, SpO2, ritmo cardíaco, registro de ejercicio, sueño, control de música, control de cámara, encontrar el móvil, meditación, reloj, cronómetro, tiempo, temporizador y ajustes. Esto es todo lo que hay. Deslizando hacia los lados y hacia arriba o abajo accederemos a diferentes funciones:
- Deslizando hacia abajo: notificaciones pendientes.
- Deslizando hacia arriba: cajón de aplicaciones.
- Deslizando hacia la izquierda: resumen del día, el tiempo, resumen del sueño, registro de pulsaciones.
- Deslizando hacia la derecha: ajustes rápidos (ajustes, brillo, gesto para despertar, no molestar, modo ahorro de energía).
El deslizamiento entre pantallas es fluido, pero como sucedía en el Realme Watch, no hay animación de ningún tipo, es como un pase de diapositivas. Es una pena, porque la pantalla responde realmente bien a los gestos y habría estado bien tener algún tipo de animación. Toda la información disponible en las diferentes pantallas se dispone de forma sencilla y comprensible, así que en ese sentido sin problema.
Pasemos así a hablar de las apps. Por un lado, el control remoto de la cámara funciona correctamente y nos permite tomar una foto de forma remota, pero 1) viene desactivado por defecto en la app y 2) tenemos que abrir manualmente la app de cámara antes de nada. Además, no podemos ver la imagen que está captando la cámara del móvil en tiempo real, algo que habría sido un verdadero puntazo.
El control de música funciona con las apps que usemos el móvil, como Spotify o cualquier reproductor de terceros. No podemos almacenar música en local ni podemos acceder a las listas de canciones, sino que solo podemos pasar a la siguiente o anterior canción, pausar, reproducir y controlar el volumen. Funciona bien y es suficiente para controlar la música desde la muñeca al ir con auriculares mientras hacemos deporte, por ejemplo.
Sobre la monitorización de la salud, hay tres cosas que conviene tener en cuenta. La primera es que el reloj monitoriza nuestra frecuencia cardíaca en tiempo real y que la medición se nos antoja precisa, pero sin llegar al nivel de relojes de Fitbit u otras marcas especializadas. Hay algunos picos un poco extraños en ciertos momentos de reposo, pero nada demasiado llamativo. A través de la app podemos ver un gráfico con la evolución y el tiempo que hemos pasado en cada zona de frecuencia cardíaca.
La segunda es que puede analizar el nivel de oxígeno en sangre, pero no lo hace en tiempo real, sino que tenemos que ser nosotros los que accedamos a la app y nos hagamos el test manualmente. Habría estado bien que el sensor SpO2 funcionase 24/7. También parece que la medición es relativamente precisa, aunque conviene destacar que es mejor tomar el resultado como algo estrictamente orientativo.
La tercera es que también monitoriza el sueño y, aunque nos puede servir para tener una orientación de nuestro descanso, lo cierto es que la medición tiene margen de mejora. Algunas veces detecta el estar muy relajado con estar despierto, algo propio de estar tirado en el sofá viendo una peli por la noche, por lo que la hora a la que dice que nos hemos dormido puede no ser precisa. La que sí lo es es la hora de despertarse, cuando además podemos ver un pico en nuestras pulsaciones por la mañana. En la app podemos acceder al histórico y a un resumen de cada sesión con las fases desglosadas.
En cuanto a las funciones propias de un smartwatch, como son ver/responder notificaciones y llamadas, tenemos acceso limitado. Dejando de lado que el reloj no funciona en iOS, en Android podemos ver las notificaciones, pero no responderlas. También podemos recibir llamadas entrantes, pero solo podemos colgarlas, no aceptarlas. Es suficiente para un reloj de este rango de precios, pero habría sido genial que ya que solo es compatible con Android pudiéramos interactuar mejor con las notificaciones.
Es, como vemos, un reloj que, a efectos prácticos, sigue siendo igual de básico que el modelo anterior, aunque con una interfaz más cuidada. No está a la altura de sus rivales, aunque también debemos tener en cuenta que tampoco cuesta lo mismo. Si simplemente queremos un reloj inteligente capaz de lo mínimo, este modelo puede dar la talla, pero se quedará corto a la mínima que queramos un poquito más.
Hacer deporte con el Realme Watch S
¿Y qué tal se comporta como compañero de deporte? Pues al nivel que el resto de apartados. El reloj pone a nuestra disposición 16 modos deportivos, a saber: correr al aire libre, caminar, correr en interiores, ciclismo al aire libre, capacidad aeróbica, entrenamiento de fuerza, fútbol, baloncesto, tenis de mesa, bádminton, ciclismo en interiores, "entrenador elíptico" (que es bicicleta elíptica, pero mal traducido), yoga, "grillo" (cricket, sí...), máquina de remar y bicicleta de spinning. Son suficientes, pero tampoco es la oferta más variada del mercado, más aún si la comparamos con la del Huawei Watch GT 2e, que por tener tiene hasta parkour.
Durante la sesión deportiva podemos ver la zona de frecuencia cardíaca en la que nos encontramos, la distancia recorrida, los pasos, la frecuencia cardíaca y la cadencia, y si deslizamos hacia la derecha podremos controlar la música. Es una pena que no podamos conocer datos como el nivel de oxígeno en sangre, por ejemplo.
También es una pena que el reloj no tenga chip GPS incorporado, lo que significa que no es capaz de guardar la ruta que hemos seguido al hacer una carrera, por ejemplo. Si queremos conectarlo al GPS tendremos que llevar el móvil siempre encima, algo que puede no ser lo más idóneo en según qué deportes y según lo que nos guste llevar en el bolsillo cuando salimos a correr.
En cuanto al informe de la app, es demasiado básico y no tiene nada que ver con los que es capaz de conseguir un dispositivo de una marca más especializada. Podemos ver la distancia recorrida, las calorías quemadas, la frecuencia cardíaca media, los pasos y las zonas de frecuencia cardíaca, pero poco más. La sensación es que demasiado pobre, incluso para usuarios más amateurs.
Batería: algo de lo que no preocuparse
El Realme Watch S tiene en su interior una batería de 390 mAh que se comporta bastante bien. Suele suceder que cuanto más básico es el reloj, más autonomía es capaz de conseguir, y este patrón lo podemos apreciar claramente en este reloj. El dispositivo no tiene ningún problema en ofrecer dos semanas de batería haciendo un uso normal, llevándolo todo el rato puesto y conectado al móvil, con la monitorización de frecuencia cardíaca siempre activada y registrando alguna que otra sesión deportiva.
Para recargarlo tendremos que usar la base incluida en la caja, que consta de dos pines que debemos encajar en la parte inferior del reloj. No es el mecanismo más cómodo, ya que solo se puede colocar en una posición y hay que atinar, pero está bien. Tarda en cargarse por completo alrededor de dos horas, lo que no es un problema si lo cargamos de noche y mucho menos si partimos de la base de que tenemos medio mes de autonomía por carga.
Aquí se nota una mejora importante con respecto al modelo anterior, que incluso siendo básico se quedaba en una semana de batería. El Realme Watch S es capaz de hacernos olvidar el cargador y es una mejora que se agradece. Quizá la autonomía sea uno de los puntos en los que más destaca el nuevo reloj de Realme.
Realme Watch S, la opinión de Xataka
Aunque sigue sin ser un producto redondo, el Realme Watch S es bastante mejor que el Realme Watch. No es un smartwatch premium, ni lo pretende, ni estamos pagando porque así sea. Es un reloj básico, capaz de cumplir con las funciones más básicas y que puede ser interesante para los que busquen un wearable elegante y bien acabado al que no vayan a darle mucha caña.
Ahora bien, la sensación final es que el Realme Watch S es algo a medio camino entre pulsera cuantificadora y reloj inteligente. No es tan, tan básico como una pulsera (aunque hay pulseras con chip GPS, como la Fitbit Charge 4), pero tampoco es un smartwatch que vayamos a poder explotar en exceso como sí podemos hacer con los dispositivos con Wear OS o Tizen. Es algo a medio camino que apuesta por la autonomía y el precio.
Precisamente el diseño, la autonomía y el precio son sus tres puntos principales. Es un reloj bonito, capaz de aguantar quince días sin problema y que cuesta 80 euros. Tampoco se puede pedir más. El problema es que hay dispositivos más baratos (como una Mi Band 5) que ofrecen una experiencia similar y por unos cuantos euros más ya podemos hacernos con un smartwatch Amazfit e incluso un Honor Watch ES. Realme todavía tiene camino por recorrer en el sector de los relojes inteligentes.
7,9
A favor
- Dos semanas de batería.
- Es bonito y elegante.
- No es particularmente caro.
En contra
- El frontal sigue pudiendo aprovecharse mejor.
- La pantalla sigue siendo LCD.
- Se queda a medio camino entre una pulsera y un smartwatch.
El dispositivo ha sido cedido para la prueba por parte de Realme. Puedes consultar nuestra política de relaciones con empresas.