Llegar el último no significa llegar tarde. Huawei lo ha demostrado de sobra con el Huawei Mate 20 Pro. Su segundo buque insignia para este 2018 llegó el pasado mes de octubre con un objetivo claro: mejorar la marca dejada con el Huawei P20 Pro ¿lo habrá conseguido?
En el análisis a fondo, nuestra compañera Anna Martí ya desgranó al detalle todas sus capacidades, desde el diseño hasta el rendimiento, pasando por la cámara o sus opciones de seguridad. Mi misión ahora ver si las sensaciones se mantienen con un uso más prolongado.
Un diseño (casi) impecable
Pocas pegas le puedo poner al diseño del Mate 20 Pro tras convivir con él durante un tiempo. En primer lugar, destacar el excelente trabajo de compactación realizado. No es un móvil pequeño, de hecho me cuesta manejarlo con una mano, pero teniendo en cuenta que su pantalla tiene una diagonal de 6,3 pulgadas resulta sorprendentemente cómodo y su peso, aunque no puedo calificarlo de ligero, no resulta molesto.
Con respecto a materiales y acabados, haber optado por el cristal tiene sus ventajas e inconvenientes. En el lado de las ventajas tenemos carga inalámbrica, que por cierto va genial (hablaremos de esto más en profundidad en su correspondiente apartado) y un acabado muy elegante. Me ha tocado el modelo más "aburrido" de todos, el negro, pero a pesar de no tener degradados o texturas, esa trasera reflectante transmite calidad y distinción, siempre que esté limpia, claro.
En las desventajas tenemos que el cristal es un imán para las huellas, nada nuevo bajo el sol. Por otro lado, aunque no resulta más resbaladizo que otros móviles con este material, personalmente he usado la funda de silicona transparente que venía en la caja. El motivo principal es para protegerlo de posibles arañazos o golpes (no se me ha caído, pero ¿y si..?), pero en este caso también para minimizar la joroba de la cámara. No es una barbaridad, pero está ahí y a mí eso de que se apoye directamente sobre la mesa me da un poco de cosa.
Y hablando de cámara, la disposición de su cámara triple es quizás el único pero que puedo sacarle al diseño tanto por la joroba que mencionaba como por su aspecto. Es una apreciación puramente estética, pero en mi opinión ese módulo cuadrado queda demasiado pegote y se podía haber implementado de una forma más discreta. A menos, claro, que la intención fuera justo la contraria.
La reconciliación con el notch
Lo confieso, no me gusta el notch. Creo firmemente que es un fallo de diseño y tiene más inconvenientes (mala implementación a nivel software, poco estético) que ventajas (crear efecto de "todo pantalla", y no siempre), pero reconozco que tras pasar un mes con el Huawei Mate 20 Pro ya no soy tan 'hater' de la muesca, ceja o como queramos llamarla.
Preferiría que no estuviera, para qué mentir, pero aquí Huawei ha conseguido que su notch sea muy poco intrusivo. En primer lugar no es muy profundo, por lo que la barra de estado conserva su altura habitual, está bien implementado a nivel software y además justifica su presencia con un sistema de desbloqueo facial avanzado. Huawei da la opción de ocultarlo por software pero no me ha hecho falta. ¿Me he reconciliado con el notch? Parece que sí.
Muescas a parte, hablemos de la experiencia con su pantalla, protagonista absoluta del diseño. Como decía, Huawei apuesta por un panel AMOLED de 6,3 pulgadas y en este caso sí llegamos a la resolución QHD, no como con otros gama alta de la firma que se quedan en FullHD.
Aquí se mantienen las mismas sensaciones que en el análisis; sobresaliente en nitidez, nivel de brillo y contraste alto para buena lectura en exteriores y una tonalidad correcta, aunque algo fría. Lo bueno es que Huawei ofrece muchas opciones de configuración entre la que se encuentra 'Tono natural' que es la que he acabado manteniendo.
Seguridad al servicio del 'todo pantalla'
Normalmente no dedicamos un apartado para los métodos de seguridad biométrica, pero en el caso del Mate 20 Pro merece mención especial. El nuevo flagship de Huawei se apunta a dos tendencias fruto de la carrera por reducir marcos, una es el desbloqueo facial y la otra el lector de huellas bajo la pantalla.
Aunque es una tecnología que ya se ha integrado en otros móviles (sobre todo modelos provenientes de China como el Vivo NEX o el OPPO RX17 Pro), Huawei es la primera marca puramente internacional en integrar el lector de huellas bajo la pantalla y lo hacen con buen resultado, pero no excelente.
Registrar la huella es relativamente rápido, pero el proceso de desbloqueo no siempre es satisfactorio. Por un lado, el área de escaneo es bastante pequeña, de forma que si ponemos el dedo un poco desplazado no lo lee.. Además hay que presionar un poco para que reconozca la huella. Estos dos problemas combinados hacen que no resulte tan intuitivo como los lectores de huella tradicionales donde tenemos esa sensación de "tocar y desbloquear". Con todo, es una ventaja desde el punto de vista del diseño ya que conservamos este método de desbloqueo sin penalizar el aprovechamiento del frontal o recargar la trasera.
El desbloqueo facial es la otra novedad del Mate 20 Pro y aquí la experiencia ha sido bastante mejor. El reconocimiento de la cara es rápido y generalmente no tiene problemas en autenticarnos, incluso llevando gafas de sol. Los fallos suceden pero son más bien anecdóticos y normalmente fruto de un mal ángulo o un contraluz fuerte. Además siempre se puede recurrir a la huella que es lo que he hecho en este tiempo.
Buen rendimiento, mejor autonomía
El desempeño es otro de los puntos a destacar, claro que aquí al tratarse de un gama alta no podíamos esperar menos. Durante este mes de uso no he detectado ningún signo de lentitud o bloqueos. Sólo la app Google Fotos me ha dado problemas con algún cierre súbito pero lo relaciono a momentos en los que hacía copias de seguridad muy grandes. Tampoco hay calentamiento notable tras periodos de uso prolongado, incluyendo al jugar a títulos más exigentes como 'Asphalt 9' o 'Last Day On Earth'.
Con respecto al software, EMUI no es una de mis capas favoritas pero hace tiempo que no usaba a fondo un Huawei y reconozco que ha mejorado mucho, tanto en la cantidad de bloatware como en la optimización general del sistema. La personalización es notable y al principio me costó un poco acostumbrarme pero al margen de eso la experiencia ha sido buena.
Donde sí me ha sorprendido es en la autonomía. Sí, tiene una batería de 4.200 mAh, pero es un tope de gama y el consumo siempre es mayor. A pesar de todo la autonomía brilla como en ningún gama alta que haya probado hasta la fecha. Un ejemplo: vacaciones, París, usando Google Maps para orientarme, haciendo fotos sin parar, subiendo stories a Instagram, enviando mensajes por WhatsApp, alguna llamada... Llevaba una batería externa y no sólo no la tuve que usar ni un solo día, sino que además llegaba al hotel por la noche con alrededor del 30% de batería.
La carga también es un punto a destacar. Aquí el cargador normal es el que más brilla al conseguir cargar la batería al completo en poco menos de una hora y también viene genial si necesitamos un 'chute' rápido. El cargador inalámbrico no lo he usado tanto ya que tarda bastante más (el doble, más o menos), pero viene muy bien para tenerlo sobre el escritorio.
La versatilidad del zoom y la falta de inmediatez de la IA
Este año han sido varios los fabricantes que han apostado por una evolución más bien discreta en el apartado fotográfico, por ejemplo Samsung con los Galaxy S9 y Note 9 o Google con los Pixel 3, pero no es el caso de Huawei. Si 2017 fue el año de las cámaras dobles, en 2017 Huawei ha abierto la veda de las cámaras triples, primero con el P20 Pro y ahora con un Mate 20 Pro que hace del zoom su principal arma, aunque esta vez apostando también por el gran angular.
Lo corroboro, el zoom es lo mejor de la cámara del Huawei Mate 20 Pro. Tuve la ocasión de ponerla a prueba muy a fondo durante mis vacaciones en París y la versatilidad que ofrece está a años luz de cualquier otra función fotográfica que se me pueda ocurrir. La variedad de encuadres que se consigue con ese rango que va desde el gran angular (0.6x) hasta el tele (5x) es enorme, y todo sin tener que movernos del sitio.
No obstante, todo es mejorable y aquí he notado que llevar el zoom a esos cinco aumentos penaliza la calidad. También se nota diferencia de calidad con el gran angular así como deformaciones muy notables en según que escenas, pero es una gozada a la hora de fotografiar en interiores o monumentos muy grandes sin tener que alejarnos para que nos entre en el cuadre. Aquí he tratado de buscar niveles de zoom intermedios y evitar los extremos en la medida de lo posible, pero sin renunciar a todo el rango que ofrece.
Antes de hablar de resultados quiero mencionar los modos de disparo. Huawei propone una aplicación de cámara plagada de opciones, tantas que puede resultar un poco abrumadora. Durante este mes he usado principalmente el modo automático, variando entre el automático normal y con la detección de escenas mediante IA, una opción que tiene su lado bueno y su lado malo. En según que escenas viene bien ya que nos ofrece el ajuste adecuado (por ejemplo al fotografiar paisajes activa el modo cielo azul, cuando hacemos fotos de comida activa el modo comida y así en muchas situaciones) y generalmente suele acertar.
Con los retratos no siempre viene bien esa IA ya que lo activa en cuanto detecta caras en la escena y no siempre queremos este efecto. Lo bueno es que podemos desactivarlo fácilmente, pero no deja de ser un poco incordio en algunos casos. Por cierto, hablando del modo retrato, incluye varios modos de iluminación al estilo Apple, pero por mi experiencia lo mejor es evitarlos ya que el resultado es nefasto en la mayoría de casos. Otro detalle a destacar de los retratos es que sólo funcionará si hay una cara, para todo lo demás, si queremos desenfoque hay que recurrir al modo apertura.
Pero lo que para mí más penaliza la experiencia a nivel software es el mensaje de "Mejorando la foto, no mueva el dispositivo" que aparece en algunas tomas (spoiler: siempre en los momentos más inoportunos). Sí, se puede mover el dispositivo y no pasa nada, pero cada vez que sale es un incordio. Cuando activo un modo automático con IA espero que lo haga todo por mí, y en esto cumple, pero también espero inmediatez y aquí tiene mucho que mejorar.
Y ahora sí, comentemos los resultados. En la misma línea de modelos anteriores, el procesado que aplica Huawei es bastante agresivo, especialmente con la detección IA activada. A menudo las imágenes tienen un contraste más alto y los colores aparecen más saturados. Me recuerda un poco a algunas tiendas de teles donde suben la saturación a tope para conseguir ese efecto wow; no es fiel a la realidad, pero hay que reconocerle que el resultado final es muy llamativo a la vista.
Donde sí sorprende ese procesado es en el modo nocturno, aunque se pasa un poco en su afán por minimizar el ruido. De nuevo, no destaca precisamente por su inmediatez (tarda hasta cinco segundos en disparar) pero sí por los resultados. En escenas de oscuridad casi total consigue rescatar la imagen casi como si pudiera ver en la oscuridad. El detalle no es el mejor, pero con esas condiciones ya hace bastante.
Por último, la cámara delantera también viene cargada de opciones, incluyendo el modo retrato con los mencionados modos de iluminación, el modo belleza, apertura y hasta modo noche. Aquí la calidad no brilla tanto como en las cámaras traseras, pero ofrece un rendimiento correcto aunque eso sí, mejor no usar el modo belleza al máximo.
En general la experiencia fotográfica con el Mate 20 Pro ha sido buena a pesar de que no soy demasiado fan del procesado de Huawei, el cual encuentro demasiado agresivo sobre todo en escenas complejas. También preferiría una app de cámara más clara y sintética, pero la versatilidad que ofrecen tanto sus distintos modos de disparo como el zoom compensan esos detalles con creces.
Un mes con el Huawei Mate 20 Pro
Al abordar un análisis de un dispositivo siempre lo hago con la mente lo más abierta posible, pero es inevitable tener ideas preconcebidas fruto de experiencias anteriores. El Mate 20 Pro me ha hecho cambiar de opinión en varios puntos, el primero es que el notch no está tan mal. No es el primer móvil con muesca que pruebo, pero sí es el que la implementa con más sentido y de forma más discreta. El diseño se acerca a ese 'todo pantalla' soñado y resulta sorprendentemente cómodo para su tamaño, además de que cuenta con unos acabados excelentes.
Con EMUI me ha pasado algo parecido. La experiencia ha sido mucho mejor de lo que recordaba por versiones anteriores y me ha quedado claro que la capa ha madurado muchísimo. En cuanto a optimización, con esta configuración el sistema vuela y la personalización, aunque notable, no penaliza la experiencia.
Con la cámara tengo algunos sentimientos encontrados. Es cierto que el procesado es agresivo, aunque he acabado cogiéndole el punto. La app de cámara es mejorable por la saturación de opciones, pero la versatilidad que ofrece todo el conjunto fotográfico no ha pasado desapercibida en este tiempo y estoy segura de que la voy a echar mucho de menos, principalmente por ese zoom que combina tele y gran angular. También voy a echar en falta el desbloqueo facial y el lector de huellas, dos sistemas que sin ser perfectos, se complementan de maravilla.
Pero el apartado que más voy a echar de menos es la autonomía. Igual que dijo Anna en su análisis, yo también me he olvidado de cargar el móvil muchas veces y volver a la dinámica de cargar el teléfono a diario (a veces antes de acabar la jornada) va a ser lo más duro de todo. Concluye este mes de uso del Mate 20 Pro y lo hace con un balance muy positivo. Creo que no cabe duda de que estamos ante uno de los móviles del año y, personalmente, ha conseguido colocarse entre mis favoritos.