Señoras y señores, con ustedes la Xbox One X, la consola más potente de la historia. La que está llamada a abrir un nuevo capítulo en la historia de los videojuegos con ayuda de ese soporte de resoluciones 4K y de modos HDR. Una consola que sobre todo y ante todo es futureproof: ya la tenemos con nosotros, pero sobre todo está preparada para el futuro.
Las incógnitas que surgen ante este lanzamiento son obvias. ¿Sirven realmente esos 6 TFLOPS para algo? ¿Qué juegos y contenidos sacarán partido de esa potencia? Y sobre todo, ¿vale la pena pagar los 499 euros que cuesta? Hemos tenido la oportunidad de analizarla en profundidad, y eso nos ha permitido dar respuesta a esas cuestiones y a muchas más.
Especificaciones de la Xbox One X
La nueva consola de Microsoft llega cargada hasta los dientes, y precisamente ese nuevo conjunto de especificaciones es el que es importante destacar en primer lugar: he aquí los datos técnicos de la nueva Xbox One X:
CPU | Procesador con 8 núcleos a una frecuencia de reloj de 2,3 GHz |
---|---|
Gráficos | GPU personalizada con 40 unidades de proceso |
Memoria | 12 GB de memoria GDDR5 a 6,8 GHz con un ancho de banda de 326 GB/s |
Almacenamiento | A partir de 1 TB de disco duro |
Puertos | HDMI 1.4b de entrada |
Conectividad inalámbrica | WiFi 802.11ac Dual Band (5 GHz / 2.4 GHz) |
Fuente de alimentación | Interna, 245 W |
Unidad óptica | Unidad 4K UHD Blu-ray |
Dimensiones | 300 x 240 x 60 mm |
Peso | 3,8 kg |
Incluido en la caja | Consola Xbox One |
Precio |
Las virtudes de esta nueva "bestia" de Microsoft quedan patentes nada más comprobar cómo contamos ya no solo con ese procesador de 8 núcleos a 2,3 GHz, sino sobre todo con la nueva GPU compuesta por 40 unidades de proceso que con esa frecuencia de reloj y esa arquitectura logran dar un salto fantástico en cuanto a potencia: los 6 TFLOPS ofrecidos por esa GPU son los verdaderos responsables de dar sentido a la Xbox One X.
Obsesión con el juego en 4K
¿Por qué? Pues porque esa potencia gráfica hace posible contar con una consola que tiene más margen de maniobra para ofrecer juegos nativos en 4K y con soporte HDR. No serán todos, desde luego, pero poco a poco esa capacidad irá demostrando que efectivamente la experiencia de juego puede mejorar notablemente en ciertos juegos gracias a esas dos novedades.
Esas mejoras técnicas en la GPU fueron objeto de exámen en análisis muy técnicos como el que Digital Foundry publicó en abril de 2017 con la colaboración de Microsoft. Allí se explicaba cómo el desarrollo de la gráfica basada en la tecnología de AMD se realizó con el objetivo de permitir que los grandes éxitos de la Xbox One pudieran jugarse a 4K.
El secreto estaba en analizar la traza de procesos de la GPU con una herramienta llamada PIX (Performance Investigator for Xbox) que permitía determinar qué parámetros eran clave en cada juego para poder jugarlos a 4K: frecuencia de reloj, número de unidades de proceso, ancho de banda de memoria, tamaño de caché o número de shader engines entraban en juego en unos cálculos que se pasaban a un emulador hardware para ir evaluando cuál sería el resultado si cierto juego X contara con una GPU Y.
Uniendo todos esos datos llegaron a la GPU que está integrada en la Xbox One X, que no solo presume de unidades de proceso o de una frecuencia de reloj muy por encima de sus rivales, sino que también lo hace en otros apartados más técnicos pero igual de relevantes. Es el caso de los shader engines, que doblan su número respecto a la anterior generación y que permiten incrementar la tasa de generación de triángulos y vertex en una magnitud de 2,7x. También lo es en el del tamaño de la caché L2 de la GPU, que es cuatro veces la de los anteriores modelos y que está igualmente orientada a ofrecer ese juego en resoluciones 4K.
Esas mejoras en resolución de juego también se buscaron en otros apartados clave para una experiencia completa, y ahí tenemos el apartado del sonido, que también ha ganado muchos enteros gracias al llamado sonido espacial envolvente y al soporte de Dolby Atmos para juegos, para auriculares y al de un nuevo formato de audio propio de Microsoft llamado HRTF y diseñado por el equipo encargado del desarrollo de las HoloLens.
Más potente, pero compatible con toda la familia Xbox One
Uno de los puntos clave de la nueva Xbox One X es que es una consola que no rompe con el pasado. Aquí Microsoft hereda todas las virtudes de la Xbox One y la Xbox One S, centrándose en mejorar el hardware interno para lograr esa potencia que de margen de maniobra en esa nueva oleada de títulos que sacarán partido de resoluciones 4K, la tecnología HDR y de frecuencias de refresco que lleguen a los 60 fotogramas por segundo (FPS).
Eso quiere decir que todo el catálogo de las Xbox One originales y las Xbox One S es totalmente compatible con la Xbox One X tanto en juegos como en aplicaciones, así que si cambiamos de consola todos nuestros juegos funcionarán perfectamente en la nueva consola de Microsoft. Algunos, de hecho, aprovecharán las nuevas capacidades de la Xbox One X gracias a parches que permitan jugarlos a mejores resoluciones, con más detalle o con más fluidez. Esas mejoras en los viejos títulos dependerán, eso sí, de los desarrolladores de esos videojuegos.
Por lo demás, como decimos, los usuarios de todas las Xbox One, Xbox One S y Xbox One X compartirán catálogo de juegos y aplicaciones y, por supuesto, interfaz de usuario en la consola. El conocido Dashboard de las Xbox cambió recientemente con una nueva organización y nuevas tipografías, y esos cambios afectan a toda la familia por igual.
También comparten mandos de juego y soporte de accesorios, aunque ni la Xbox One S ni la Xbox One X cuentan con un puerto dedicado para la Kinect: si queremos aprovechar este periférico recién abandonado por Microsoft tendremos que hacer uso de un adaptador para conectarlo a los puertos USB de estas consolas más modernas.
Incluso características llamativas como esa entrada HDMI que permite utilizar la Xbox One/S/X como un "hub" de nuestras señales de vídeo se mantiene en toda la familia Xbox One, lo que sumado al receptor IR demuestra esa vocación de la consola por convertirse en centro de la experiencia multimedia, aunque esta vez en Microsoft no hayan hecho hincapié en esa opción.
Un diseño prodigioso en un apartado: su tamaño
Hay una decisión singular y que choca de primeras en el diseño de la Xbox One X: no parece una consola revolucionaria si la comparamos con sus predecesoras.
En Microsoft han mantenido el formato y lenguaje de diseño de la Xbox One y de la Xbox One S, pero mientras que esta última se diferenciaba claramente de la original por su color blanco (además, desde luego, de por su tamaño), la Xbox One X parece no querer destacar externamente. Es como si no quisiera presumir de ser la consola más potente de la historia. Como si no quisiera ser reconocida a distancia.
Esa falta de presunción no evita que la Xbox One X no esconda un diseño que aun siguiendo las mismas líneas de los anteriores modelos esconde alguna que otra sorpresa. La mayor de todas, la que más agradecemos, es la de su reducido tamaño: es una consola que parece más propio de un modelo "Slim" que de la versión más potente y ambiciosa de la historia de esta familia. No es que sea más pequeña que la Xbox One original, es que es aún más pequeña que la Xbox One S a la que prácticamente cuatriplica en potencia gráfica.
Aquí los ingenieros de Microsoft han logrado un verdadero prodigio en cuanto a diseño interno de la consola, que no solo logra ofrecer una potencia sin precedentes, sino que lo hace con una refrigeración que en nuestras pruebas ha cumplido su función a la perfección.
Ese sistema se une a otros componentes como la unidad de almacenamiento o la unidad óptica, pero es que además hay sitio para la fuente de alimentación, que como ocurriera con la Xbox One S vuelve a estar integrado en la propia consola, evitando así contar con el "ladrillo" que era ya casi tradicional en las Xbox One originales y, por supuesto, en la Xbox 360 y la Xbox original.
En el diseño exterior, como decíamos, hay algunos elementos diferenciadores. Uno de ellos es precisamente el más definitorio del frontal: el botón Xbox ya no es un botón táctil como en la Xbox One original, sino que contamos con un botón físico que presionamos para encender o apagar la consola.
La disposición del frontal, aunque similar al de la Xbox One S, no es exactamente igual: la ranura para introducir discos 4K UHD Blu-ray queda camuflada bajo la parte superior del frontal, mucho más escondida con respecto a una Xbox One S en la que esa unidad era parte fundamental del diseño.
El botón para expulsar el disco está debajo de la unidad, en la parte inferior izquierda de ese frontal (y no a un lado de la ranura), y junto a él está el sensor de infrarrojos. En el extremo opuesto tenemos el puerto USB para conectar periféricos varios, al que acompañan otros dos puertos en la parte posterior.
Ninguno de ellos, por cierto, es USB-C. Microsoft no parece tener prisa por incluir estos conectores en sus productos (no lo hicieron en los nuevos Surface Pro o en los Surface Laptop tampoco), algo que choca con una consola que ante todo parece preparada para el futuro pero a la que se le escapa este detalle. No parece algo especialmente importante en la consola, pero el detalle está ahí.
En la parte trasera encontramos la misma selección de puertos de conexión que teníamos en la Xbox One S, y además de los citados puertos USB contamos con el conector de corriente, los puertos de HDMI de entrada y salida, el puerto para audio óptico y el puerto Gigabit Ethernet que es especialmente crítico no solo para jugar en red, sino para acelerar la descarga de juegos en formato digital, porque muchas de las descargas superan de largo los 50 GB.
La consola más potente de su clase
Aunque todo eso ya nos da muchos datos acerca de lo que podemos esperar de la Xbox One X en el terreno de la potencia gráfica, es importante poner en perspectiva esos datos con una tabla que permite una comparación rápida entre la nueva consola de Microsoft, su antecesora y, por supuesto, las consolas que compiten directamente con ella actualmente.
Xbox One X | PS4 Pro | Xbox One S | PS4 | |
---|---|---|---|---|
CPU (núcleos) | 8 | 8 | 8 | 8 |
CPU (Frecuencia de reloj) | 2,3 GHz | 2,1 GHz | 1,75 GHz | 1,6 GHz |
GPU (Unidades de proceso) | 40 | 36 | 12 | 18 |
GPU (Frecuencia de reloj) | 1.172 MHz | 911 MHz | 914 MHz | 800 MHz |
GPU (TFLOPS) | 6 | 4,2 | 1,4 | 1,8 |
Memoria Total | 12 GB | 8 GB + 1 GB | 8 GB + 32 MB | 8 GB |
Memoria accesible a juegos | 9 GB | 5,5 GB | 5 GB | 5 GB |
Ancho de banda de la memoria | 326 GB/s | 218 GB/s | 68 GB/s (+218 GB/s ESRAM) | 176 GB/s |
Formato Multimedia | 4K UHD Blu-ray | Blu-ray | 4K UHD Blu-ray | Blu-ray |
Aquí queda patente que Microsoft va un paso más allá en potencia con la Xbox One X incluso cuando la comparamos con una destacable PS4 Pro. En nuestro análisis de esta consola de Sony quedó claro que si la PS4 ya era buena, la PS4 Pro es mejor, y ese mensaje se extiende a la Xbox One X, que es claramente mejor consola globalmente que la Xbox One S y, por supuesto, que la Xbox One original.
Aunque no hemos incidido en ese apartado de forma específica, otro de los elementos que diferencian a la Xbox One X de las PS4 es esa unidad 4K UHD Blu-ray que permitirá disfrutar de ese tipo de contenidos a quienes quieran situar estas consolas como centros de sus centros de cine en casa.
Quienes buscan una justificación en esos 100 euros de sobreprecio sobre las PS4 Pro la tienen no solo en la mayor potencia de la Xbox One X, sino en la inclusión de esa unidad que, por cierto, es también parte integral de la Xbox One S, un modelo que es ahora más interesante que nunca gracias a la reducción gradual de su precio que hemos ido viendo en estos últimos meses.
La clave está en los (futuros) juegos
¿Son esos números suficientes para afirmar que la Xbox One X es mejor que la PS4 Pro? Mucho nos tememos que la potencia es solo parte de la ecuación, y que solo el tiempo podrá confirmar la ambición de Microsoft. Lo hará con un elemento crucial: el catálogo de juegos, que debe adaptarse a estas nuevas capacidades para sacar partido de ellas.
De hecho la PS4 Pro también nos quiso convencer con esa apuesta por los juegos 4K, pero como ya vimos entonces, ese mensaje tenía letra pequeña. En la Xbox One X también hay letra pequeña; quizás menos, pero la hay, porque esos 6 TFLOPS le dan a Microsoft y a los desarrolladores más manga ancha, pero lo que no debemos asumir es que de repente todo se podrá jugar a 4K en 60 FPS y con HDR: solo parte del catálogo que aparezca a partir de ahora para las Xbox One/S/X permitirá jugar en 4K nativos con HDR.
Otros muchos juegos ofrecerán modos mejorados que permitan disfrutar de mejores resoluciones, de mejores tasas de fotogramas por segundos o de soporte HDR. En Microsoft utilizarán tres distinciones para esos juegos mejorados para la Xbox One X:
- 4K Ultra HD: juegos que pueden jugarse en resolución 4K, pero atención porque ahí irán englobados aquellos que lo hacen de forma nativa como los que van cambiando de resolución dinámicamente o los que aplican la técnica de upscaling checkerboarding (la misma usada por la PS4).
- HDR: aquellos que ofrecen soporte HDR10.
- Xbox One X Enhanced: los juegos con esta descripción aprovechan esa potencia, pero sin que se especifique si lo harán con una mejor resolución (dinámicamente o de forma sostenida), nivel de detalle (más objetos o personajes en escena, más profundidad, mejores reflejos o sombras dinámicas, mejores texturas), mejores tasas de fotograma por segundo u otras mejoras visuales.
Jugando con la Xbox One X: ¿se nota o no se nota el soporte 4K/HDR?
Esta introducción a los aspectos que rodean a la consola nos deja por fin con la contestación a la pregunta realmente importante: ¿cuál es la experiencia de juego con esta consola?
La respuesta es que es fantástica, pero una vez más, con letra pequeña. En nuestras pruebas iniciales con la consola, por ejemplo, no pudimos notar diferencias con respecto a la experiencia de juego que ofrecían sus predecesoras. Algo raro ocurría, porque por más que comparábamos la experiencia visual en juegos de todo tipo no parecía distinta de la que disfrutábamos en la Xbox One/S o de la experiencia en la Xbox One X conectada a una televisión Full HD, y no a una 4K.
La lista de juegos con la que pudimos evaluar esa realidad ha sido extensa: en ese catálogo de pruebas han estado 'Forza Motorsport 7', 'Halo 5: Guardians', 'Destiny 2', 'FIFA 18', 'Assassin's Creed: Origins', 'Gears of War 4', 'La Tierra-Media: Sombras de Guerra', o 'Quantum Break', cada uno con distintos niveles de mejoras pero en muchos casos representantes de esa nueva hornada de títulos que quieren demostrar que jugar en 4K/HDR es mucho mejor que jugar como lo hacíamos hasta ahora.
No lo parecía, pero pronto nos dimos cuenta del problema: los juegos no mostraban diferencias porque no estaban en su última versión. Al aplicar los distintos parches ya actualizaciones las novedades y las mejoras se mostraron de forma patente. En 'Forza Motorsport 7' las diferencias se notaban más en los colores y ese rango dinámico que proporciona el soporte HDR que en la resolución como tal.
El contraste entre zonas a la sombra y zonas con sol en los escenarios era mucho más evidente, lo que hacía que el juego pareciese más vivo en detalles tan peculiares como las hojas de los árboles que caían durante la carrera. El efecto es casi 'pictórico', y ciertamente añade una dimensión singular a la experiencia de juego.
En otros como 'Destiny 2' donde más notamos la diferencia con experiencias anteriores estuvo en la fluidez, como si a la Xbox One X efectivamente le costase menos trabajo mover un juego tan exigente como este. Eso es especialmente importante en juegos de este corte en los que los jugadores necesitan un juego sin cortes y con una fluidez que no se vea perjudicada por un hardware algo más modesto.
'Assassin's Creed: Origin' o 'Gears of War 4' la mejora en resolución era diferencial, con ciertos escenarios y personajes más definidos y más impactantes a nivel visual, algo que en mayor o menor medida notamos en otros muchos títulos.
Lo que parece evidente es que cada juego aprovecha la potencia de la Xbox One X de formas que son distintas pero siempre apreciables. En cierto modo de esa mayor potencia y del salto a resolución 4K (ya sea en modeo 30 FPS o 60 FPS) o del soporte HDR que como ya nos preguntábamos con la PS4 Pro hace tiempo es un cambio que puede ser mucho más bienvenido que jugar a resoluciones más elevadas.
En toda esa experiencia, eso sí, hemos notado algo preocupante: los tiempos de carga de los juegos son sensiblemente más largos que los que experimentábamos hasta ahora, y eso que tanto la unidad de disco duro integrada como la mayor memoria deberían mejorar los tiempos de acceso. Aquí parece evidente que el gigantesco tamaño de cada juego (muchos rondan los 100 GB) hace que la cantidad de datos que es necesario preparar para poder ejecutar el juego hacen que muchos títulos tarden entre medio minuto y un minuto para estar realmente disponibles.
Si no tienes televisor 4K/HDR, te pierdes parte de la magia (pero no toda)
Como ocurría con la PS4 Pro, es evidente que la renovada potencia gráfica de las nuevas Xbox One X está orientada a una experiencia visual que saque partido de la resolución 4K y de la tecnología HDR.
Eso significa que una (buena) televisión 4K con HDR parece parte fundamental de esa apuesta de Microsoft, y si la pantalla a la que conectas esta consola no dispone de esas opciones, las ventajas de la Xbox One X se difuminan de forma significativa... aunque no desaparezcan del todo.
De hecho hay buenas noticias para quienes se preguntaban si por ejemplo esta consola podría ofrecer mejoras en otro tipo de pantallas, y en concreto para monitores con resolución 1440p, muy extendidos también entre la comunidad gamer.
I *knew* you were going to ask that, just ran out of space. On X, we will effectively output native over HDMI in this case at 1440p.
— Kevin Gammill (@CmdrDesslock) 1 de noviembre de 2017
Uno de los responsables de desarrollo de la consola precisamente confirmaba ese soporte para estas resoluciones, lo que hará que la consola ejecute el juego a esa resolución de forma nativa, algo que por ejemplo la PS4 Pro no puede hacer: en esos casos los muestra a 1080p y luego hace el upscaling, que no es la forma óptima de aprovechar esos monitores.
Para la inmensa mayoría de usuarios que no tienen aún un televisor 4K con HDR, la Xbox One X puede seguir teniendo sentido, desde luego. Esa mayor potencia hará que esos juegos mejorados del catálogo ofrezcan como decíamos mejores detalles visuales o mejores tasas de fotogramas por segundo. Puede que a nivel visual esos cambios no sean tan impactantes como los que se disfrutarían en un televisor 4K/HDR, pero como mencionábamos habrá situaciones en los que ganar en fluidez y mejores tasas de FPS sea mucho más relevante que hacerlo en resolución o rango dinámico de color.
Lo mejor de todo esto es que hay un gran número de juegos que se verán afectados por estas mejoras a través de esos parches de los que hablábamos anteriormente. Dichas actualizaciones irán apareciendo progresivamente en las próximas semanas y meses, permitiendo a los poseedores de la Xbox One X disfrutar de una experiencia de juego optimizada incluso si no disponen de un televisor 4K.
Xbox One X, la opinión de Xataka
¿Para quién es la Xbox One X? La respuesta es simple: es para la gente que cuente ya con una televisión 4K y HDR. Es una inversión demasiado importante como para recomendarla de forma clara a los que no tienen este tipo de TVs, porque aunque como decimos los beneficios son también interesantes para los propietarios de televisores 1080p, comprar las Xbox One X sin poder disfrutar de 4K y HDR es una verdadera lástima.
De hecho casi todo en esta consola huele a futuro, porque aunque muchos juegos presumen ya de estar preparados para aprovechar la potencia de la Xbox One X de diversas formas, hay tan solo unos pocos títulos que realmente hacen brillar esas experiencias visuales para demostrar hasta dónde puede llegar este segmento.
Las propias actualizaciones y parches para los juegos con los que disfrutaremos de esas mejoras no estarán disponibles en todos los casos desde el primer día, lo que puede frustrar a quienes de repente esperen encontrarse con una experiencia de juego muy superior a la que ya tenían en una Xbox One o una Xbox One S.
De hecho hemos vuelto a comprobar cómo el salto es significativo más incluso por el soporte HDR o las mejores tasas de FPS que por el soporte de esas resoluciones 4K nativas. Se agradece el nivel de detalle extra, pero en nuestras pruebas lo que marcaba la diferencia no era tanto esa resolución 4K como esa evolución a juegos con colores más vivos, iluminación espectacular o fluidez notable gracias al soporte de los modos 60 FPS en 1080p o incluso en 4K de algunos juegos.
La apuesta de la Xbox One X parece por tanto más orientada al futuro que al presente, y ese puede ser uno de los argumentos más tranquilizadores para quienes se decidan por la compra de esta consola: puede que no la disfrutes a tope en estas primeras semanas a la venta, pero lo que es seguro es que la disfrutarás más a medida que el tiempo pase.
Hay una incógnita en ese futuro sobre la que Microsoft no ha hablado, y es el teórico soporte de gafas de realidad virtual o, como las denominan en Microsoft, de realidad mixta. La Xbox One X tiene margen de maniobra más que suficiente para que podamos disfrutar de esas experiencias, así que habrá que ver qué nos tiene preparado Microsoft en el futuro... si es que quieren jugar esa carta.
Y luego está el verdadero elemento clave de toda esta estrategia: los desarrolladores necesitan tiempo para sacarle el jugo a la Xbox One X, y esa será la prueba definitiva para esta consola 'future proof' que desde luego estará muy bien situada para esa inevitable evolución del segmento de los televisores 4K.
Hoy en día tener uno de estos televisores parece la excepción, pero no tardaremos mucho en comprobar cómo tenerlos es precisamente la regla. Es ahí donde la Xbox One X marcará la diferencia: una con la que ninguna de sus competidores actuales podrá rivalizar.