El Samsung Galaxy S8+ se ha ganado a pulso ser un gran candidato a mejor smartphone del año. Por diseño y tecnología incluida, es el modelo que más se atreve de todo el mercado, para lo bueno y también lo malo. Como una review en Xataka no queda completa sin la prueba de varias semanas, aquí tienes nuestro habitual vídeo y las impresiones tras estar usando el Samsung Galaxy S8+ durante un mes.
El día a día con un smartphone espectacular
Llevar un smartphone como el Galaxy S8+ a diario durante un mes da para mucho. De entrada para comprobar que no es un terminal cualquiera. Para los que me rodean o en algún momento han coincidido conmigo, no pasa nada desapercibido. La sorpresa de estar usándolo este mes es que a primera vista, si no fuera por el considerable tamaño del modelo plus, el Galaxy S8 no ofrece un diseño que destaque a primera vista si está apagado.
Pero es encender la pantalla y todo el mundo quiere acercarse a verlo. Es entonces cuando sí que la gente reconoce que es el último Galaxy, "el que no tiene marcos" me decían continuamente. Samsung ahí ha hecho un buen trabajo de marketing, como es habitual.
De que es llamativo y espectacular no hay duda alguna. Pero es que es muy difícil que no se vea. Definitivamente, tras este mes de uso, concluyo que es un terminal muy grande para mi. Es también concluyente el gustazo de tener una pantalla de 6,2 pulgadas en tan poco espacio, pues de anchura es perfecto, pero tras este mes me quedo con la sensación de que menos diagonal le vendría bien para el día a día.
Aquí el éxito de ventas que anuncia Samsung quizás tiene que ver con el potencial mercado que se quedó sin el Note de este año y ansiaban un modelo de gran diagonal.
En la calle, pese a su anchura ideal para manejar con una sola mano, el Samsung Galaxy S8+ se hace inabarcable. Por ello y también por sus líneas suaves me ha resultado un smarpthone con tendencia suicida. Hagas lo que hagas su misión es escapar de las manos. Y con un cuerpo de cristal como el que tiene, peligroso. Por suerte no hemos tenido que lamentar ninguna baja.
De la disposición de los controles físicos tengo que contar también cosas. Lo primero es que el botón de Bixy es un sin sentido. Por ahora no es nada relevante su uso, e incluso con semanas de uso, todavía hoy es muy habitual que equivoque ese botón por el de encendido. ¿Tan dificil hubiera sido cambiarlo de lugar? Quizás sea solo yo pero veo más intuitivo, o al menos así lo hace mi cabeza, buscar el botón de encendido bajo los controles de volumen que en el lado contrario.
Un detalle del diseño que me ha molestado en este mes de uso ha sido la simetría y falta de referencias físicas en el frontal. Cuando he tenido la pantalla sin la función Always Display, cogerlo era una lotería. Unas veces lo agarrabas en el sentido correcto y otras tantas tenías que girarlo antes de usarlo. Por cierto, es algo que me pasa cada vez con más teléfonos.
Una pantalla que se disfruta en casa
Pero vayamos a lo potente del Galaxy S8+: su pantalla. Si en la calle me ha resultado no muy cómodo este terminal por sus dimensiones, en casa, sin embargo, el Galaxy S8+ se disfruta muchísimo. Como no pesa nada y ahí sí que puedo usar las dos manos libremente, tanto para ver vídeos como redes sociales o navegación web y juegos, las 6,2 pulgadas AMOLED son una pasada.
El contraste, saturación y brillo máximo es espectacular, e incluso en interiores tendrás que rebajarlo bastante para que no resulte incómodo. Pero ese brillo y contraste tan alto hacen que en exteriores sea de los que mejor se ven en la actualidad.
Menos me ha gustado la pantalla cuando he querido tomarme en serio la fotografía. Editar fotos o tener una fidelidad absoluta con el panel AMOLED del Galaxy S8+ es más complicado que con otros terminales, y luego, al ver los resultados en un monitor bien calibrado, se notan algunas diferencias dependiendo de la escena. Hay que tenerlo en cuenta.
En cuanto a la interfaz y el formato de pantalla tan particular, a las bandas negras acabas acostumbrándote y las ignoras en pocos días. Para mi es un sacrificio que no me importa pagar a cambio de poder ver vídeo de manera más inmersiva y tener un terminal único en la ausencia de marcos.
Otra función que está tan de moda en las pantallas de los smartphones de gama alta de este año, la compatibilidad con HDR, no me dice demasiado. No me importa tenerla pero ni por contenido disponible ahora mismo ni sobre todo tipo de vídeo que suelo reproducir en la pantalla, es algo que me quite el sueño si no lo tuviera.
Por cierto, quiero desde aquí agradecer a Samsung su resistencia a la moda de quitar el puerto de auriculares. Lo ha mantenido y es toda una bofetada a quien dice retirarlo por cuestión de espacio o grosor en el equipo. Si has invertido un dinero en unos auriculares de calidad, no tienes que deshecharlos ni ir por la vida con un adaptador. Y segundo buen golpe de Samsung: incluir unos auriculares AKG de gran nivel. En un terminal que cuesta tanto esos detalles son de agradecer.
Ni tocar ni mirar: Samsung, tenemos un problema con la identificación
Una duda que tenía con el Galaxy S8+ es si podría adaptarme a perder el botón de inicio. Tras este mes de uso puedo confesar que en unos pocos días uno acaba asimilando que ya no hay botón y que la zona táctil y personalizable que lo sustituye es mejor. Es el futuro.
Con lo que no estoy nada contento es que con ese botón de inicio haya "volado" también el sensor de huellas delantero. Como sabéis Samsung se lo ha llevado a la parte de atrás, junto a la cámara. No tengo nada en contra de que el sensor de huellas esté ahí situado, incluso cuando he usado terminales de LG o Huawei, casi resulta más cómodo y racional que en el frontal. Pero en este Galaxy S8+, tan alto él, colocarlo donde lo ha hecho Samsung me ha decepcionado.
Soy un convencido del lector de huellas, absolutamente, y lo que he hecho en este mes de uso es no configurarlo porque perdía la inmediatez y comodidad de uso al estar tan alto y encima junto a la cámara. Mi otra pesadilla en un smartphone es la suciedad o huellas en la lente y llevarme sorpresas al revisar fotos que pensaba que estaban bien. Y en este Galaxy S8+ el riesgo era importante.
No todo ha sido negativo con el sensor de huellas colocado en la trasera. Si te acostumbras, el reconocimiento es instantáneo. Como en otros modelos de otros fabricantes, esa zona puede funcionar como un touchpad muy básico, apenas para deslizar la barra de notificaciones. Y oye, al final a eso sí que acaba uno cogiéndole el gusto en un terminal tan grande.
¿Y qué tal me ha ido con los otros sistemas de identificación? El del reconocimiento de rostros confieso que me daba mucha pereza, lo que unido a que es fácilmente engañable, ha hecho que quedara fuera de mi foco de interés. Un PIN me parece más rápido.
Sobre el de iris, con él me pudo la curiosidad y ver si es el futuro de la identificación biométrica y lo configuré. O lo intenté. Lo primero es que, como usuario de gafas, ya me recomiendan que me la quite. Así hice y solo me reconocía el iris si las condiciones de luz eran muy buenas y no había reflejos de luz en mis ojos. Con gafas directamente el reflejo de las luces hacían imposible ni intentarlo. Al final lo descarté por aburrimiento y poca utilidad. Al menos en mi caso.
Potencia, batería y cámara: sin novedad en el frente
El último bloque de este repaso del Galaxy S8+ tras un mes de uso es una amalgama de lo que no varía (apenas) nada respecto al Galaxy S7. Tanto en potencia, fluidez y opciones del sistema operativo, batería o cámara, todo es idéntico a estar manejando un Samsung Galaxy S7 a nivel de experiencia. Y eso es tanto positivo como negativo.
El Galaxy S8+ rinde como el que más, de forma estupenda, algo que se repite año tras año. La capa sobre Android me parece que ya está muy conseguida y casi diría que es mi preferida. Incluso por encima de Android puro si no es lo que buscas expresamente. Aquí quedará siempre la duda del ritmo de actualizaciones que luego podemos obtener. Ahora mismo, para mi, es la clave entre capas de los principales fabricantes respecto a tener Android puro.
¿Y la batería? Pues bastante bien. Pese al aumento de la pantalla, seguimos cubriendo de sobra lo que le exigimos a un smarphone hoy en día: que lleguemos al final del día con solvencia. Aquí os tengo que decir que con la función Always Display sí que he notado más gasto de batería que sin ella, así que, pese a que me gusta, la he acabado obviando.
En todo caso sobre la batería del Galaxy S8+ lo que más me ha gustado es que Samsung cubre bien todos los campos. Ofrece una carga rápida fenomenal para que, con unos pocos minutos en cualquier momento del día, dar un empujón importante a la carga de la batería. Por otro lado no ceja en su empeño de ofrecer carga inalámbrica, y yo que tengo una lámpara de Ikea compatible, me alegro porque por la noche me despreocupo de tener un cargador en mi zona de carga de gadgets.
Por último os hablo de la cámara. Aquí no he notado ninguna diferencia con la del año pasado, y ahí es donde insisto en mi comentario de que es tanto bueno como malo.
La cámara del Samsung Galaxy S8+ sigue siendo una excelente cámara móvil con fotos estupendas en todas las situaciones y de las mejores cuando hay poca luz junto con el Pixel de Google. Y las opciones para jugar con ella son muchas. Pero con tanta igualdad como hemos visto que hay este año, con terminales destacando incluso por encima del Galaxy S8 en ciertas situaciones, no creo que Samsung haya acertado al quedarse sin poner un sistema de doble cámara. No hubiera querido uno cualquiera, sino el que permite hacer fotos con zoom 2X. Creo que es una función que marca diferencias ahora mismo y subiría enormemente el nivel fotográfico de este inmenso terminal. En todos los sentidos en que lo pienses.