Fitbit no quiere que nadie le quite el primer puesto en wearables y este 2016 se lo ha tomado muy en serio. A sus propuestas más ambiciosas se ha unido recientemente la renovación de modelos para todos los públicos como la Fitbit Charge 2 que ya hemos probado en Xataka.
El nuevo modelo de pulsera medidora de actividad se presenta en los escaparates bastante renovada, algo necesario en época de rivales más asequibles para funciones básicas pero también con modelos de altas prestaciones que no parar de llegar al mercado. ¿Qué puntos fuertes y ventajas tiene el nuevo modelo frente a soluciones populares de muy bajo precio? Os lo contamos con todo lujo de detalles en nuestro análisis de la nueva pulsera Fitbit Charge 2.
Un gran equilibrio entre tamaño y comodidad
Encontrar el tamaño ideal para un wearable no es un asunto baladí. Si amplias la pantalla y le añades sensores para dotarlo de más funciones, el tamaño se dispara y deja de ser ese dispositivo “casi invisible” que nos cuantifica sin que lo notemos. Es la liga en la que ha jugado y dominado Fitbit desde hace años.
El Fitbit Charge 2 le da más protagonismo a la pantalla haciéndola más larga y ocupando toda la zona frontal del diseño. Se agradece para tener más información en la misma, pero tras las semanas que llevo usándola no creo que se le saque realmente partido y podría haberse quedado en la mitad de su tamaño actual.
La nueva pulsera de actividad no aumenta el grosor ni peso, ni altera la flexibilidad y adaptación muy buena a la muñeca del modelo al que sucede. Una vez colocada, es inmediato olvidarse de que la llevas puesta, y eso es lo más importante en un cuantificador.
El acabado es de un nivel alto, con metal rodeando a la pantalla AMOLED, y correas de cierre clásico con hebilla de acero inoxidable que hace muy sencillo ponérsela o retirarla de la muñeca, así como ajustar lo apretada que queremos llevarla. Con otros sistemas es más complejo. La correa es de material plástico cómodo y que no nos da dado problema alguno de picores o reacciones.
Si queremos darle un toque más formal a la Charge 2 hay opciones de pulseras de piel (una buena idea si no eres habitual de deporte más intenso) y otros colores. Quitarlas y ponerlas es sumamente sencillo … pero no barato. Las pulseras de otros colores salen por 30 euros, y para hacerse con una de piel hay que desembolsar 70 euros, prácticamente la mitad de lo que cuesta la pulsera nueva: 155 euros.
El tema pendiente de la resistencia al agua
La gran mejora que llevo años esperando en pulseras de entrada y gama media de Fitbit tampoco está presente en la nueva Fitbit Charge 2. Hablo de la resistencia - real - al agua.
La Fitbit Charge 2 no tiene problemas con el sudor, la lluvia o salpicaduras como la que se produce cuando te lavas las manos, por ejemplo, pero no es resistente al agua. Esto supone que no es aconsejable ducharse con ella ni mucho menos bañarse en una piscina. En épocas veraniegas supone que haya tentación de abandonar completamente la pulsera para no tener que estar colocándola y quitándola según la actividad que estemos llevando a cabo.
Fitbit aconseja que no nademos ni nos duchemos con ella para que la misma permanezca seca, así como nuestra piel. Lleva razón Fitbit, pero sinceramente queremos una pulsera cuantificadora de este tipo que no tengamos que quitarnos en acciones diarias como la ducha.
Toques y pulsaciones: así se maneja la Fitbit Charge 2
Pese a contar con una pantalla AMOLED de generosas dimensiones, la interfaz de la Charge 2 es básica. Muy básica. Lo es también el control de la misma, basada en toques sobre la pantalla (por suerte mucho más sensible y precisa que la Fitbit Alta que probé la última vez) y pulsaciones del botón lateral, el único físico de la pulsera.
La pantalla de la Fitbit Charge 2 no está todo el tiempo activa. Se puede encender con un toque, potente, con el botón lateral o lo más lógico, girando la muñeca. La detección de ese giro es muy fiable, incluso molesto a veces porque como os cuento más adelante, por la noche, la combinación de ese giro con la luz de la pantalla puede resultar un inconveniente.
Los menús y opciones a las que tenemos acceso desde la pantalla de la pulsera Fitbit Charge 2 no son muchas. Podemos cambiar la apariencia de la hora, y con sucesivos toques sobre la pantalla, ir pasando “páginas” de la interfaz y conociendo detalles de nuestra actividad como calorías consumidas, distancia, pulsaciones, tiempo de ejercicio, pisos subidos … Pasar de una a otra pantalla solo se realiza dando toques , y siempre hacia adelante. No hay posibilidad de deslizar el dedo para volver sobre una pantalla, lo que hace que a veces, si nos pasamos por más toques de los debidos y las prisas, haya que volver a dar una vuelta completa por las opciones.
Los menús principales son accesibles usando el botón físico en el lateral. Ahí irán apareciendo (moviéndonos con toques sobre la pantalla) sucesivamente la medición de pulsaciones, las actividades para registrar, la función de cronómetro, las alarmas silenciosas que hayamos activado o la función de respiración guiada.
En cada una de esas pantallas las opciones se controlan volviendo a pulsar el botón lateral (como habrás comprobado resulta algo lioso y hay que acostumbrarse con mucho ensayo error), y podemos desde allí iniciar el registro de una carrera, activar o desactivar una alarma configurada en la aplicación, o empezar una medida con el cronómetro. Para hacerlo hay que mantener pulsado durante un par de segundos (hasta que vibre la pulsera) el botón lateral.
Autonomía de sobresaliente, no tanto el cargador
Fitbit vuelve a mostrar su mejor cara en la autonomía de sus dispositivos. Durante las semanas en que hemos estado usando de forma continuada, incluidas las noches y con sesiones de ejercidos de una hora al día de media durante cinco días a la semana, la Fitbit Charge 2 nos pedía recuperarse con su cargador cada 6 días exactos.
Si no realizamos mediciones de actividades es fácil alcanzar la semana de autonomía, una cifra excelente para este tipo de cuantificador con pantalla y sensor de ritmo cardíaco. Para la carga completa apenas son necesarios 45 minutos.
Mi problema con los dispositivos de Fitbit y en general con los wearables no es otro que el uso que hacen de cargadores propietarios. Ello supone estar pendiente al menos una vez a la semana del lugar en el que dejamos el cargador, y no olvidarnos de él en caso de que un viaje o salida nos toque en el ciclo final de esa semana de autonomía que hemos conseguido.
Este Fitbit Charge usa un sistema de pinza, fácil de colocar pero que depende de tener ese cargador específico. A algunos usuarios puede bastarle no saber dónde está guardado el cargador correspondiente en el momento en que quiere cargar la pulsera para no hacerlo e iniciar un peligroso ciclo de ausencia del wearable en la muñeca. Esperemos ver en breve el paso a puertos USB-C.
Haciendo deporte con la Fitbit Charge 2
Actividad física activa. Así llama Fitbit a la categoría en que se sitúa su nuevo Charge 2. No se posiciona pues como cuantificador básico ni tampoco para deportistas que buscan lo máximo a la hora de medir su actividad. Y nos parece que la decisión de colocarlo en medio encaja perfectamente con lo que nos hemos encontrado en nuestra prueba.
La inclusión del sensor de ritmo cardíaco es el punto de partida y separación respecto a los medidores básicos de actividad de la compañía. Las calorías, el sueño … muchas de las mediciones diarias se refuerzan con la aportación de nuestras pulsaciones.
A la identificación automática de determinadas actividades como el sueño (la mejor del mercado en este tipo de dispositivos) o caminatas (que podemos posteriormente eliminar o completar con más datos e información), el Fitbit Charge añade la monitorización de determinados ejercicios como bicicleta, correr , yoga o pesas. Basta seleccionar en la pantalla y mantener pulsado el botón físico unos segundos.
Entonces se inicia el registro con estadísticas en tiempo real, así como un resumen de los datos al finalizarlo. El sistema nos ha funcionado correctamente y las mediciones son precisas excepto cuando hemos seleccionado correr y lo hemos hecho en cinta. En ese caso el sistema nos ha medido siempre la mitad de distancia y pasos que en la realidad.
Cuando ha sido carrera en exteriores o bicicleta, las mediciones de distancia, calorías, pasos o frecuencia cardíaca han estado acordes con las mediciones realizadas con un reloj deportivo específico. La peor medición la lleva a cabo el sensor cardíaco en esfuerzos máximos. En la mayoría de los casos sí que recoge de forma precisa las pulsaciones y zonas en las que estamos trabajando, porque aparecen en el resumen y análisis del ejercicio, pero en tiempo real es habitual que las cifras no sean reales durante largos periodos en que el sensor no es capaz de actualizar correctamente las pulsaciones a cada instante.
Hay que tener en cuenta que la pulsera Fitbit Charge 2 no lleva GPS. Así se consigue que sea más compacto, barato y con más autonomía. Nos parece una buena elección para el perfil de usuario que busca esta pulsera. La gran noticia es que si escogemos el registro de actividad desde la aplicación, el Fitbit Charge 2 se vale del GPS del teléfono para el cálculo preciso de la distancia y la obtención de la ruta y mapa de la actividad.
Datos sobre nuestro estado físico
Esa inclusión de un sensor de ritmo cardíaco es clave para las funciones asociadas a la salud que Fitbit ha potenciado sobremanera en su aplicación. Si ya nos parecía la más completa del mercado con bastante diferencia, ahora queda muy muy lejos de la competencia.
La gran novedad de la Fitbit Charge 2 llega con el análisis del VO2 max o consumo máximo de oxígeno, que en la aplicación queda bautizado como Nivel de capacidad aeróbica. Se trata de una puntuación asociada a nuestro estado físico basada en la medición de las pulsaciones en reposo y datos como la edad, peso y nuestra actividad diaria. Nos da una idea general y basada en estimaciones, así que no la debes sustituir por un verdadero control médico o pruebas específicas en caso de que tengas problemas de salud o el deporte sea una actividad seria en tu rutina diaria.
El indicador es muy visual y anima bastante poder ir mejorando la cifra, lo cual no es nada sencillo. Tendrás que trabajar realmente la condición física para subir de puntuación.
Una ayuda que coloca Fitbit para lograr rebajar estrés y conseguir unas pulsaciones en reposo más bajas es la respiración guiada, que nos invita a tomar unos minutos al día de respiración controlada según las indicaciones y vibraciones de la propia pulsera.
Una información clave para conocer cómo es nuestro estado de salud nos la da el sueño. La medición del mismo es muy acertada en los dispositivos de Fitbit, los cuales reconocen por sí mismos cuándo nos vamos a dormir y cuándo nos levantamos. Hay muy pocos errores de interpretación y aunque los análisis del sueño son los básicos, la recopilación durante un tiempo de horas de sueño y eficacia del mismo crea una historia muy valiosa para el usuario.
Lo que no acaban de solucionar desde Fitbit es que los movimientos en la cama que incluye algo de energía provocan que la pantalla se encienda, y en total oscuridad es casi como encender una luz auxiliar. Un modo de iluminación de la pantalla al mínimo cuando detecta que estamos durmiendo (o incluso que se mantenga apagada hasta que físicamente activemos el botón para ver la hora, por ejemplo), serían soluciones que aceptaríamos con agrado.
Notificaciones básicas en la muñeca
¿Y qué tal actúa como smartwatch? Bueno, si estás pensando en este Charge 2 como un enlace con tu smarpthone para gestionar notificaciones, mejor búscate otro modelo. El Fitbit Charge 2 no está pensado para ello y se nota. Lo cual no significa que no nos haga un correcto papel a nivel básico.
Además de los recordatorios para movernos o información de algunos logros, la pantalla del Fitbit Charge 2 y su vibración nos pueden avisar de que tenemos una llamada en el smartphone o la llegada de un mensaje de texto o WhatsApp.
En la aplicación podemos configurar las notificaciones que queremos para eventos del calendario, llamadas o mensajería, con integración para servicios de terceros como WhatsApp. Estos mensajes activan la pantalla, muestran información del contacto o grupo y parte del texto del mensaje. Pero no podemos interaccionar sin pasar por el teléfono.
El aspecto social y motivador donde siempre ha destacado Fitbit con su aplicación se refuerza con Aventuras, una serie de retos para alcanzar una cifra de pasos que corresponden con rutas de la naturaleza o ciudad simuladas en nuestro smartphone, con puntos de interés que podemos alcanzar.
Ni cuantificador básico, ni smartwatch ni reloj deportivo específico. La lucha de la Fitbit Charge 2 está un poco en tierra de nadie. O en la suya propia. Y eso es un arma de doble filo para la compañía habida cuenta de que con variaciones muy reducidas de precio podemos optar por interesantes alternativas.
En todo caso, si tu aspiración es tener un cuantificador completo que incluso va más allá y mide correctamente actividades variadas a nivel de aficionado, este Fitbit Charge (en Amazon se puede conseguir por 155 euros) lo hace muy bien, especialmente por comodidad y batería, y con la aplicación como referente superior. Pero todavía le quedan tareas pendientes a nivel de interfaz y aprovechamiento de una gran pantalla, o de resistencia al agua para olvidarnos de verdad de que la llevamos puesta.