Es imposible reproducir las sensaciones del pedaleo al aire libre. El viento acariciando la cara, el olor a verdor del punto de la mañana lejos de la ciudad, la rugosidad del asfalto rural. Salir de casa diariamente y disfrutar del maravilloso deporte que es el ciclismo, sin embargo, no es un placer al alcance de todos en su día a día. Trabajo, estudios, obligaciones familiares: salir con la bicicleta requiere de esfuerzo. De ahí que existan los rodillos. ¿Pero hay algún modo de tener la comodidad del pedaleo en casa y las sensaciones de fuera?
Bkool Smart Pro quiere ser esa respuesta.
Su singularidad no es tanto el rodillo como la mezcla del mismo con un simulador que trata de reproducir las condiciones del aire libre. Con un sistema de conectividad entre rodillo, aplicación y ordenador o smartphone, Bkool Smart Pro se aprovecha de tecnología para desarrollar un producto consistente que, además, se complementa con una enorme red social gamificada para hacer de la experiencia todo un reto.
Pero veamos en profundidad cómo funciona y cómo responde a sus aspiraciones.
Bkool Smart: un rodillo ligero y fácil de montar
Parece un detalle menor, pero no lo es tanto. La facilidad de montar y desmontar un rodillo es clave para evaluar todo producto destinado a servir de analgésico para los enamorados de la bicicleta. Los rodillos son aparatos que casan mal dentro de una casa, y cuanto menos tiempo y esfuerzan requieran de sus dueños para montarse y desmontarse, mejor.
¿Qué tal le va a Bkool Smart Pro en este apartado? Bien. Es ligero (pesa alrededor de 12 kilogramos, no es mucho), y se fija a la rueda trasera de la bicicleta con un simple cierre rápido que viene incluido en el producto. Los brazos se pueden ajustar tanto en altura como en longitud horizontal, y una vez apretadas las tuercas la bicicleta es muy estable (permite ponerse de pie sin problemas: luego veremos por qué es importante).
Las sensaciones, simulador aparte, son correctas. Hay que tener cuidado a la hora de ajustar la rueda trasera, dado que si se instala a una altura demasiado baja nuestro peso, una vez subidos sobre la bicicleta, puede generar una incómoda resistencia (y ruido). Si sucede tan sólo basta con ajustar mejor los apoyos laterales para que la rueda gire con comodidad. En general, un pequeño ruido siempre va a ser inevitable (sobre todo a altas velocidades), pero es cómodo.
Una vez realizada la instalación, que con práctica no lleva más de un par de minutos, es tiempo de conectarse. Antes, eso sí, hay que enchufar el rodillo a la corriente.
El simulador: el mejor ciclismo en casa
Hasta aquí, todo relativamente ordinario. Lo interesante de Bkool Smart Pro llega cuando abrimos la aplicación (que tendremos que descargar en su página web oficial: advertencia, es algo pesada) y entramos en las innumerables sesiones que tenemos a nuestra disposición.
Es aquí donde Bkool se juega el todo por el todo. No en vano, su premisa es que el simulador nos permite experimentar situaciones más reales. Y así es, en efecto: lo primero que nos encontramos al abrir el programa es un abanico de pruebas, ya sean de pista o de carretera. En la versión pro, que requiere de suscripción por unos diez euros al mes, tenemos diversas opciones de visualización: desde en primera persona con fotografías reales del circuito, al modo Google Street View, hasta un simulador al modo Pro Cycling Manager.
La versión gratuita reduce el atractivo, ya que si bien mantiene las funcionalidades básicas de simulación en el pedaleo, nos deja tan sólo con una aburrida vista de circuito en 2D.
¿Por qué decimos esto? Porque el rodillo es inteligente y se adapta a las condiciones orográficas del circuito que hayas elegido. Las pendientes se notan (y se notan mucho, lo cual hace los ejercicios duros realmente interesantes), y se acompasan a la vista que tenemos en nuestra pantalla. Además, el carácter realista e internacional del simulador hace que podamos pedalear por el circuito de Río 2016 o por las coquetas carreteras de Holanda, algo que no tenemos a nuestro alcance en nuestro día a día.
¿Quieres cotas del 12% en tu salón? Las tienes. ¿Quieres una eterna pista llana para testar tus habilidades como rodador? También lo tienes, en forma de velódromos.
El permanente volcado de datos en forma de calorías quemadas, vatios generados a cada momento, velocidad constante y, si también conectas tu pulsómetro, pulsaciones, hace de cada ruta una experiencia atractiva. Los retos no se acaban.
Y también está repleto de gente
Por si esto no fuera suficiente, y para completar el potente simulador incluido en la versión de pago, Bkool Smart Pro es también una gran comunidad de apasionados por la bicicleta. Al modo de Strava pero en tiempo real: cada vez que entras a un circuito comienzas a competir, a correr a la vez que otras personas conectadas desde sus casas.
Funciona bien, porque aunque no permite tener la sensación de camaradería, conversación y buen ambiente propia de cualquier grupo de amigos que comparten una afición común sobre los pedales, sí ofrece otro incentivo para testarse a sí mismo, esforzarse más y no abandonar ante el siempre previsible punto de aburrimiento de todo rodillo. Bkool Smart Pro, en su simulador, hace todo lo posible para que hagas lo más difícil: mantenerte fiel a tu hábito de pedaleo en casa, olvidando las maravillas de salir a la carretera. Otro punto para ellos.
La experiencia: lo que va de un simulador a la calle
Si bien las especificaciones técnicas son inmejorables, así como el apartado dedicado a la aplicación, lo relevante a la hora de testar un rodillo de estas características es su mayor o menor adecuación a la experiencia que los ciclistas tenemos en la carretera. ¿Existen similitudes en la fricción que la bicicleta percibe cuando pasea por la carretera? ¿Los desniveles están correctamente ajustados, se resiente el pedaleo del mismo modo que lo hace cuando encadenamos una colina con otra? ¿Hasta qué punto Bkool es fidedigno a la realidad?
Antes de responder a las preguntas, hay que tener en cuenta que, del mismo modo que Bkool ofrece unas características muy superiores a otros rodillos de la competencia, también requiere de mayor inversión: la versión Smart Pro, con un año de simulador Premium gratuito, cuesta 523€. Es un desembolso importante. ¿Merece la pena?
Depende de lo que uno busque en un rodillo. Hay elementos que simplemente no se pueden trasladar al interior de un espacio cerrado. Un aspecto importante a tener en cuenta es el viento: determinante como es en cualquier situación, las muchas maravillas del rodillo y de la aplicación son incapaces de simularlo, como es lógico. Tampoco los diferentes asfaltos o las irregularidades que se puedan encontrar en una carretera, además del lógico radio de giro de cada curva. Elementos que el notable empeño del simulador no puede agregar.
Siendo estrictos, el resultado es una experiencia algo monótona. La inclusión de circuitos de toda clase y de cámaras en primera persona que pasean por carreteras de todo el mundo es todo un hallazgo, pero no impiden que, en esencia, se trate de un pedaleo estático con mayor o menor resistencia en el rodillo donde las sensaciones, al final, dependen mucho de la motivación de uno mismo y de su capacidad de concentración.
El simulador es un añadido vital dentro del rodillo Bkool, pero quizá pueda ser accesorio para ciclistas que dediquen sus sesión de pedaleo a tareas complementarias
Es un añadido vital, pero que para muchos ciclistas, quizá interesados en realizar otras tareas mientras pedalean en casa (leer, ver una película, escuchar música o incluso trabajar) pueden juzgar como prescindible. Pero también cabe ser benevolente: el amplio abanico de circuitos y sus perfiles orográficos, por no mencionar el divertidísimo papel que juega el Street Car en la vista de primera persona, ofrece una experiencia por encima de la media. Permite doblar el compromiso con el pedaleo y la aplicación y resulta muy estimulante.
En este sentido, el simulador, aunque quizá esté por pulir, avanza el futuro de los rodillos: con herramientas tecnológicas tan accesibles al alcance de la mano, quedarse en un mero rodillo analógico puede convertirse en un fósil del pasado.
El apartado social, en este sentido, sí lo juzgo menos relevante. Pedalear es a menudo una lucha contra uno mismo o con los amigos, con los que, al margen de piques ocasionales, no hay competición real (y sí disfrute en compañía). Ese aspecto se pierde en favor de un grupo de usuarios conectados que buscan cuadrar su mejor tiempo girando alrededor de un circuito. El resultado es una contrarreloj multitudinaria donde, a lo sumo, existe la presión de desfogarse para estar entre los mejores tiempos. Pero es poco tangible, es muy frío.
El principal defecto es la pérdida del cuerpo a cuerpo, que en ciclismo de carretera nada tiene que ver con un mero "veamos quién mantiene mejor el ritmo en un circuito" típico de las pruebas contra el reloj. Ahí, y siendo consciente de la complejidad de la tarea, Bkool sí tiene mucho camino por recorrer, porque la experiencia es incompleta y sólo ofrece un aderezo social que sirve como detalle ornamental antes que como algo motivante.
En términos generales, el simulador es muy interesante y aprovechable. Trata de profundizar en el concepto de "rodillo" para casa, y es muy brillante y muy atractivo a la hora de articular circuitos alrededor de todo el mundo con perfiles definidos. Quizá en el futuro puedan incluir clásicas o etapas completas para los más valientes, probando a experimentar con la rugosidad del rodillo para imitar los diferentes tipos de carretera (o el pavés). Mientras ese día parece lejos, lo que Bkool ofrece como rodillo + simulador es del más alto nivel. Invita a disfrutarlo y experimentarlo.
Ahora bien, es imposible sustituir, como decíamos al inicio de esta reseña, las sensaciones de la carretera. Ir a rueda, sudar al aire libre, afrontar perfiles imposibles en carreteras recónditas, conocer el paisaje que te rodea, desfogarse y aún así tener que llegar a casa, reservar fuerzas, etcétera. Son elementos que un rodillo no puede completar. Dentro de sus posibilidades, la experiencia de Bkool es más que correcta, pero al requerir de una inversión tan alta, sólo merece la pena si se va a exprimir al máximo (cosa que se puede hacer) durante toda la semana.