En los últimos cuatro años, Samsung ha basado su estrategia de smartphones tope de gama en dos dispositivos: el primer semestre estaba protagonizado por el Galaxy S mientras que el segundo era liderado por un Galaxy Note que año tras año ganaba más importancia. Este año la historia ha sido diferente y el elegido para liderar lo que queda del año ha sido el Galaxy S6 Edge Plus. El Note 5 se queda fuera, al menos este año.
En su día lo analizamos y vimos lo que ya intuíamos: solo podía salir bien. Hardware incuestionable que además se reforzaba un 1GB más de RAM, pantalla grande para los que nos gustan los phablets y una batería que sobre el papel añadía amperios pero que en realidad no aportaba un incremente de uso sustancial . Ahora, un mes más tarde, es hora de contaros qué tal nuestra experiencia de uso.
Nuestro mes de uso en vídeo
Antes de continuar con el texto y nuestra experiencia, os dejamos con un vídeo para contaros todo más con imágenes y que veáis el móvil más al detalle.
Cuando más es (casi) siempre mejor
"Cuanto más grande, mejor" para muchos es un axioma válido en el mundo de la tecnología y en el S6 Edge+ se cumple en casi todos los aspectos. Ganamos en pantalla, a pesar de sus defectos el AMOLED de Samsung se ve realmente bien, pero perdemos un poco en manejo con una mano. Ahora es más difícil cogerlo así a pesar del gran esfuerzo que han hecho por aprovechar los márgenes todo lo posible y además dotarle un peso que sigue impresionando tanto como la primera vez que lo cogemos. Es muy ligero para lo grande que es.
La elección de materiales lo hace muy atractivo cuando lo vemos pero un mes después vemos que no es oro todo lo que reluce --y no lo digo por el color de mi S6 Edge+ precisamente-- ya que el cristal hace que el móvil esté siempre plagado de dedos por delante y por detrás. La gamuza es imprescindible para no dar la sensación de sucio. La funda transparente oficial tampoco ayuda sino al revés, el hueco de la cámara es un imán para la suciedad de nuestros bolsillos.
Con la pantalla, Samsung ha demostrado que su apuesta año tras año con los AMOLED ha terminado dando resultados. No es perfecta, es cierto que a veces tiende un poco al azul en la temperatura de color pero solo por el contraste, la resolución y el espacio de color hace que sea una delicia ver imágenes en ella. La nota negativa la pone alguna sombra que aparece cuando dejamos una imagen durante mucho tiempo puesta y al cambiar a un fondo blanco se queda durante un breve periodo de tiempo ese rastro. Nada grave pero un matiz a tener en cuenta.
En un año he utilizado varios teléfonos con resolución QHD y aunque todavía me cuesta ver la diferencia de resolución con un Full HD en imágenes, vídeos o juegos, donde más aprecio esa diferencia es a la hora de leer. En este mes me he acostumbrado a poner la tipografía más pequeña posible (sin dejarme los ojos en el intento) y ver mucha más información en un vistazo rápido que en un smartphone a 1080p.
Eso sí, la curva sigue siendo un elemento con poco uso práctico. Me gusta tenerlo como una especie de despertador de mesa para ver la hora de noche pero los gestos para ver notificaciones o los accesos directos para abrir apps o llamar a contactos favoritos no me aporta nada en el día a día. De hecho, tengo desactivada la opción para no tener la lengüeta en una de las curvas. Sigue siendo un elemento de diseño muy atractivo y diferencial pero Samsung sigue sin ofrecer algo que justifique de forma rotunda esta innovación.
En el resto de especificaciones todo se mantiene igual tras ese mes de uso: la cámara sigue siendo líder y anima a que hagamos más fotos (es increíblemente fácil captar una imagen bonita), el rendimiento de Exynos es muy alto y la evolución de TouchWiz va en buen camino, el software preinstalado apenas molesta y algunas, de hecho, son bienvenidas como Office. Es un gama alta muy redondo, pero no perfecto porque sigue teniendo un par de inconvenientes.
Por un lado tenemos el extra de RAM que no solo se traduce en más capacidad sino en más velocidad ya que apuestan por LPDDR4. Sin embargo, su introducción parece más un intento por volver a liderar la carrera de las especificaciones y no tanto por ofrecer una mejora a los usuarios. Vender tu producto diciendo que tiene tanta RAM como la mayoría de los portátiles es un gran reclamo pero a la hora de la verdad, todavía no está bien explotada.
Leer casi siete tuits sin hacer scroll es una maravilla.
No hay mejor prueba de ello que hacer multitarea con el móvil y las pruebas me arrojan resultados muy parecidos a las de un móvil con la mitad de RAM. Lo normal es que solo pueda tener 5 aplicaciones en segundo plano y el resto aparecen en lista (sí) pero tienen que iniciarse por completo. En mi uso diario (donde uso mucho el móvil tanto para asuntos personales como por trabajo) no es algo que se note salvo en casos puntuales.
Resulta difícil explicar el motivo real pero da la sensación de que TouchWiz y Android sujetan esos 4GB de forma muy férrea al no poder aprovecharlos como se esperaba. Veremos si el año que viene esto cambia pero ahora mismo toda esa RAM del S6 Edge+ da la sensación de estar mal optimizada.
A pesar de haber añadido 400 mAh de capacidad, la batería del S6 Edge+ es bastante justa. Sí, 3.000 mAh suenan cono una cifra sólida pero la realidad es que en los días duros y con la mayoría del tiempo en conectividad móvil llega a la noche casi agotado y pidiendo el cargador. Lo bueno es que el sistema de carga rápida nos da oxígeno para aguantar un poco más sin necesidad de dejarlo mucho tiempo enchufado a la red.
En los días que no tengamos pensado utilizar mucho el móvil (pensad en ese fin de semana donde apenas salís y el móvil está siempre en WiFi) no tendréis que preocuparos y podéis aguantar dos días sin dificultades. Eso sí, en la rutina de salir, cambiar entre datos y WiFi no es un móvil que despunte.
Orientación muy acertada en lo multimedia
Cuando Samsung anunció el Edge+ lo hizo haciendo foco en lo multimedia como principal atractivo. Reconozco que cuando hizo hincapié en eso giré los ojos y pensé "Claro, como cualquier móvil con una pantalla de más de 5,5 pulgadas". Sin embargo, poco a poco me he dado cuenta de que juego más con el móvil de lo que lo había hecho con otros terminales.
Los típicos plataformas que usan controles táctiles virtuales para controlar el personaje y que normalmente ocupan una porción importante de la pantalla aquí no son un problema. Por supuesto sigue sin ser tan cómodo y preciso como un mando físico pero es suficiente para que podamos disfrutar de juegos que requieren cierta habilidad y no nos frustremos en exceso.
En formato horizontal, es un móvil que cae muy bien en mano y donde la curva disimula los marcos. Lástima que sea relativamente fácil tapar los altavoces sin querer pero quitando eso es un excelente centro multimedia donde su pilar para ofrecer una experiencia tan buena es simplemente un diseño bien trabajado.
El mejor Android es también uno de los más caros
De todos los teléfonos Android que he probado este año, no tengo dudas a la hora de decir que el Edge+ es el mejor de este año si lo que queremos es un smartphone Android grande. Cumple con nota en casi todos los apartados y tras estar un mes con él como móvil principal me reafirmo. Puede que no tengamos Note 5, me encantaba el uso del stylus, pero esta versión más grande y potente de su buque insignia para 2015 cubre muy bien ese hueco.
El problema de este gran teléfono es el precio. Al contrario que otros tope de gama, justifica muy bien la cifra ya que tenemos la tranquilidad de llevarnos lo mejor de Android pero a la vez resulta difícil cuando por un precio inferior hay equipos con prestaciones y rendimientos muy interesantes. Si lo tenéis entre ceja y ceja, no lo dudéis pero a pesar de ser un móvil excepcional, no es para todos los públicos (ni bolsillos).