El 15 de abril leí en Xataka Móvil la noticia del lanzamiento del Boox Palma, un dispositivo móvil de la empresa Onyx con pantalla de tinta electrónica. Llamó mi atención por dos motivos:
- Me recordó al YotaPhone, un experimento de un fabricante ruso que no tuvo mucho éxito en el mercado. Fue hace muchos años.
- ¿Y si la idea era buena como móvil secundario que llevar en ciertos momentos en los que uno solo quiere desconectar y estar tranquilo?
Ese segundo motivo me hizo pedir a mi compañero Enrique si me lo podía conseguir como unidad para prensa. Enrique lo hizo (¡siempre lo hace!) y aquí estoy dos meses después, contando una experiencia agridulce.
La idea. Supuse que para ir a la playa, una escapada de fin de semana, un día completo fuera de casa desconectando o incluso todas unas vacaciones en un sitio conocido, algo como el Boox Palma podía tener sentido.
Un móvil que no nos puede suponer grandes distracciones porque su pantalla, de 6,1", juega en otra liga, y que además es estupenda para leer, también bajo el sol. Una ayuda para la desconexión (no hay opción para poner una SIM, solo es Wi-Fi + Bluetooth) y un incentivo para leer más.
La realidad. Cuando me llegó el Boox a casa y pude echarle la zarpa encima no tardé en darme cuenta de que la experiencia no iba a ser tan divertida como parecía.
Para empezar, vengo de un Kindle Oasis, y esa es la experiencia a la que estoy acostumbrado con la tinta electrónica. La del Boox no está en ese nivel. Puedo entender que no sea igual de buena porque la del Oasis es excelente, pero quizás esperaba algo más por casi 300 euros. A esos precios hay móviles con muy buenos paneles LCD y especificaciones mejores.
Es más bien lento. No hay mucha fluidez y sí cierta torpeza. No hay agilidad, algunas acciones renquean o requieren de varios intentos. Cambiar de una tarea a otra o navegar por el menú a veces es duro.
Por la naturaleza del panel algunos gestos habituales en el smartphone no existen aquí. Se puede entender. Pero tampoco ayuda.
La pantalla no es mucho mejor. Y debería ser su punto fuerte, pero no cumple con las expectativas. Para leer, sobre todo en exteriores soleados, es mucho mejor que un móvil, ahí no tiene rival.
Pero su calidad de imagen deja que desear. Los textos son nítidos, pero al panel le cuesta eliminar del todo los caracteres que había en la pantalla anterior. Eso se traduce en molestas sombras entre el texto.
La batería también decepciona. Entiendo la conectividad permanente como algo que erosiona la autonomía, pero la tinta electrónica debería dar duraciones mucho mejores. No es el caso. Usarlo como "móvil único" sigue implicando la carga casi diaria. El sueño de usarlo durante una escapada de fin de semana olvidándonos del cargador solo será posible si apenas lo usamos.
Y lo de usarlo como "móvil único" equivale a usarlo mucho menos que como usaríamos nuestro móvil habitual. No podemos hacer fotos, ni ver redes sociales, navegar es frustrante, y las aplicaciones... Bueno. Se puede instalar cualquiera de la Play Store, es cierto, pero también es cierto que la mayoría sirven de poco. Las mejores son las esperables: Kindle y similares.
El resto no están adaptadas (lógico) y en según cuáles la experiencia es deficiente. No es que me importe que los juegos sean imposibles de usar (quien compra este móvil claramente no lo hace por los juegos), pero su lentitud y el panel mediocre hacen que usar cualquier app sea un reducto para emergencias, nada más.
El escáner. Su diminuta cámara trasera (la única del Boox) no está pensada para hacer fotos, solo para escanear documentos. Este es uno de los puntos más flojos.
Intenté escanear un DIN A4 nítido y a la distancia mínima para que todo el folio entre en el visor. Solo se podía leer el título del documento, el texto (en tamaño 16, ni siquiera 12) no se distinguía.
Tuve que acercar mucho la cámara al folio para que se apreciara el texto, cortando la mitad de la página.
Por cierto, aunque la pantalla sea e-ink, lo que corre es Android, concretamente Android 11, anunciado en 2020, así que los pantallazos son en color cuando los exportamos, no en blanco y negro.
Las fotos también lucen en color al enviarlas a otro dispositivo. Lo que no luce es su calidad.
La idea del refugio. Planteaba usar este móvil como un refugio digital, un espacio para la desconexión, algo que quizás pudiera interesar a algunos de nuestros lectores por culpa de la saturación de distracciones y notificaciones a la que estamos expuestos. La teoría sonaba bastante bien. En la práctica no tanto.
No puedo recomendarlo salvo a quien tenga clarísimo que acepta sus peajes porque quiere sí o sí este concepto de dispositivo móvil e-ink.
Para todos los demás, un reloj inteligente con LTE y un lector de libros electrónicos al uso, aunque no nos quepa en el bolsillo, nos dará una experiencia más satisfactoria. Quizás no más barata, pero nos ahorraremos frustraciones.
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