Cuando uno pasa unos días con Xbox Series X saca en claro varias conclusiones, pero una de las más patentes es que Microsoft lleva muchos años preparándose para este salto generacional. Después de un ciclo de máquinas donde con Xbox One no podemos decir que compitieran hasta la llegada del modelo mejorado X (y no lo hicieron de inicio por precio de salida excesivo, por potencia insuficiente y por lastres como Kinect entre otras consideraciones); en esta ocasión sí dan la sensación de estar perfectamente preparados en cuanto a hardware para aspirar a todo.
Hablamos de una videoconsola de un tamaño muy estudiado, un diseño muy compacto y unas prestaciones extraordinarias. Una a la que he sometido a exhaustiva observación estos días, para asegurarme de si sufre o no ese tipo de cosas que atentan contra la comodidad del usuario. Y eso que los tests han sido duros. Una noche entera descargando juegos y, sin apagarla, el día siguiente completo sometiéndola a todo tipo de pruebas con los juegos más punteros que están disponibles para ella en estos momentos.
Monstruos de la anterior generación como 'DOOM Eternal' o 'Red Dead Redemption 2', que me han permitido comprobar cómo la máquina no emite sonidos de ventilación y, además, parece disipar el calor correctamente para apenas subir unos pocos grados de temperatura incluso después de una sesión maratoniana. Ha habido quejas sobre esto a través de un medio norteamericano pero, en mi experiencia personal, no los he sufrido. De todos modos, para sacar conclusiones claras en este sentido habrá que esperar más tiempo, por supuesto.
Así que podemos hablar de una máquina muy silenciosa, sin tendencia al calentamiento y con una estética discreta y nada estridente, ideada para encajar perfectamente en cualquier lugar del salón de casa. Microsoft no quiere un hardware aparatoso que distraiga la atención ni lo más mínimo con su aspecto exterior de lo que de veras es relevante, su imponente interior.
Primeras impresiones en vídeo
Toda una apuesta por la comodidad del usuario
Y el gran lema que han empleado, podríamos decir, es el centrado en la comodidad del usuario. Los 12 teraflops de la máquina, su robusto combo CPU-GPU y lo cuidado de la videoconsola son argumentos de peso, sin embargo por lo que creo que recordaremos a la máquina en el futuro es por haber sido la plataforma que más ha hecho por mejorar la calidad de vida del jugador, y lo hace en infinidad de frentes.
En algunos tan obvios como, por ejemplo, el acelerado de los tiempos de carga que deja en segundos el arranque de juegos que en la anterior generación podían alargarse varios minutos. Es una gozada comprobar cómo se acortan unas esperas que antaño podían ser excesivamente largas, y no solo en cuanto al inicio sino también, por ejemplo, después de sufrir muertes y tener que esperar el checkpoint.
También se percibe en funciones como el Quick Resume que nos permite coger el testigo de un título donde lo dejamos en cuestión de instantes, ahorrándonos tener que recorrer los menús y las siempre agotadoras primeras cargas... incluso tras haber apagado la consola. Eso supone que, por ejemplo, si estamos esperando a nuestros amigos en, por poner el caso, 'Sea of Thieves' para rellenar la tripulación de nuestro barco, en Xbox One teníamos que tirar de mirar cosas en internet a través del teléfono o levantarnos para prepararnos un sándwich de cara a hacer más liviana la espera mientras contemplamos el vestíbulo del juego.
Ahora podemos tener varios juegos abiertos, y nadie nos impide que, mientras aguardamos la llegada de nuestros colegas, podamos estar matando el tiempo jugando a cualquier otro videojuego de la consola y cambiar entre uno y otro en apenas unos pocos segundos.
Y, por último, este énfasis por la comodidad también queda de manifiesto en elementos como el Smart Delivery que ayuda a fortalecer la sensación de ecosistema que apuntala Microsoft, no solo para jugadores que saltan entre PC y consola como hasta ahora, sino también para los que brincan entre generaciones. Todos estos argumentos que demuestran lo robusto de la máquina a la hora de hacer ganar en calidad de vida al aficionado.
Sin embargo, el fuerte más obvio es el de la fuerza bruta de la videoconsola. Con un Phil Spencer con argumentos de sobra para sostener que se trata de "la consola más potente jamás creada", la compañía norteamericana se agarra a las entrañas de su bestia para dejar claro que se trata del mejor lugar donde disfrutar de los títulos multiplataforma. Visto el precedente de Xbox One X, no sólo por sus caballos sino por su cómoda arquitectura, no parece que se vayan a equivocar ni un ápice en este sentido.
A esto hay que sumar la política de servicios que ha ido afianzando el fabricante durante toda esta generación que está a punto de concluir, con un Xbox Game Pass como auténtica joya de la corona. ¿En resumen? Todos los videojuegos de carácter exclusivo disponibles desde el día 1 y sin coste adicional a la suscripción, y una estupenda selección de lanzamientos de terceros disponibles. Todo esto consolida una oferta irreprochable para alcanzar a todos los perfiles de usuario.
El software exclusivo aún no está a la altura del potencial
Hay pegas, claro. Por ejemplo, que su software exclusivo deja menos motivos para la alegría a corto plazo. El buque insignia de la plataforma iba a ser 'Halo Infinite', sin embargo su decepcionante puesta en escena hace unos meses obligó a retrasar su lanzamiento para dar más tiempo al equipo.
Es una forma muy discutible de poner de largo tu franquicia estrella, eso está claro, pero también deja muchas dudas sobre la compañía a nivel corporativo… ¿No se hubiera pospuesto su lanzamiento de no ser por la reacción popular? ¿Quién supervisó ese contenido y dio luz verde a su presentación? ¿Te juegas todo el catálogo de lanzamiento a una carta y no lo tienes todo atado para que sea un triunfo? Si en cuanto a la dirección de diseño y manufactura de las videoconsolas no tengo duda alguna sobre la valía y liderazgo del equipo norteamericano, sobre la gestión que Matt Booty está haciendo de los estudios internos tengo una opinión bastante menos firme.
De hecho, de lo poco nativamente next-gen que se puede probar en estos momentos en la consola son juegos muy específicos y, honestamente, poco representativos. 'Gears Tactics', que debutó con éxito en PC hace unos meses, luce rotundo y robusto a 4K nativos de resolución y 60FPS, sin embargo no es un dispendio técnico que nos deje con la boca abierta y la certeza de que estemos viendo un verdadero salto.
Por otro lado, 'DiRT 5' tiene algunos circuitos llamativos y determinados detalles aquí y allá que destacan, pero también exhibe algunos elementos genéricos. Por último, 'Yakuza: Like a Dragon' tiene varios modos de opciones gráficas, incluido uno de máxima fidelidad a 4K que parece ir entorno a los 30FPS y otro de alto rendimiento que hace reducir notablemente la resolución para alcanzar los 60FPS.
Como ves, son videojuegos que no parecen ser el referente tecnológico en el que alguien piensa cuando da un salto generacional. Eso sí, en el último año se han cerrado a golpe de talonario enormes fichajes para engordar una formación de Xbox Game Studios que era a todas luces insuficiente, sin embargo da la sensación de que todavía falta un poco para que empecemos a ver los resultados de todas estas adquisiciones.
Una retrocompatibilidad a la que no se le puede pedir más
Por el momento tenemos que "conformarnos", y el entrecomillado es de obligada matización ante lo valioso que es lo que viene a continuación, con una retrocompatibilidad a la que es difícil exigirle nada más. Soporte para las tres generaciones anteriores (en un número de videojuegos que va creciendo), implementación de mayor resolución y frame-rate en, por ejemplo, lanzamientos de Xbox 360 o de la primera Xbox, acortado brutal de sus tiempos de carga y, además, incluso la llegada de técnicas de ray-tracing para títulos que no lo soportaban en ninguna de sus versiones originalmente.
Tres vértices de una auténtica magia negra que hace que, si te faltan obras antiguas por jugar, esta sea la versión de consola idónea para disfrutarlas. De hecho, tengo muchas ganas de que desde la división de Microsoft expliquen los entresijos tecnológicos de cómo se logra tamaña gesta, porque sin duda hay mucho que aprender ahí.
¿Los juegos de Xbox One? También admiten mejoras, y algunas de ellas muy interesantes. Por ejemplo, había algunos lanzamientos como 'Final Fantasy XV' o 'Assassin’s Creed Unity' que tenían tasas de imágenes por segundo oscilantes y caprichosas y que, con el nuevo hardware, fijan en unos gloriosos y estables 60FPS su rendimiento.
Insisto en que siempre que el software original lo soporte porque, por ejemplo, 'Red Dead Redemption 2' sí acorta notablemente los tiempos de carga, pero tiene fijados a 30 frames por segundo su acabado técnico, y ya funcionaba a 4K nativos si lo disfrutamos en Xbox One X. De momento la selección de títulos que hemos podido probar es limitada, pero nos esperan unos meses formidables de ir descubriendo poco a poco cómo mejoran otros tantos videojuegos.
El combo de carga rápida + gráficos mejorados hace que el mimo puesto en lo retrocompatible sea el gran puntal de la plataforma en estos momentos. He disfrutado enormemente con los incrementos visuales, la aplicación de ray-tracing y la nitidez extra que se incorpora a juegos de la primera Xbox como, por ejemplo, 'Destroy All Humans'.
Es un paso más allá de lo que veíamos en la, por lo demás, ya de por sí alucinante experiencia que estos títulos deparaban en Xbox One. Es muy fácil, y con apenas unos minutos de experiencia, darse cuenta de que esto no es una mera cuestión de hacer que algo sea compatible o no lo sea; todos los lanzamientos antiguos tienen un enorme trabajo detrás en cuanto a implementaciones y testeo.
Lo mismo sucede con los juegos de Xbox 360. Es difícil explicar con palabras cómo recuerda uno la experiencia de jugar a 'GTA IV' en la consola original, con un apartado gráfico increíble para su momento pero con algunos problemas de fluidez en momentos concretos, y cómo es ahora con esa resolución 4K y esos 60FPS estables.
Todo esto ayuda a apoyar la idea de que Series X es para todo tipo de jugadores, los que buscan el potencial visual de la novedad y los que no se olvidan de los catálogos de tres consolas precedentes y casi 20 años de historia de los videojuegos que están a nuestro servicio y que lucen mejor que nunca. Eso tiene un valor inmenso.
Un mando con un diseño continuista pero con nuevas funciones
Por último, y también como medida destinada a hacernos la vida más fácil, está todo lo relacionado con el mando. Microsoft asegura que cuando se rediseña algo como el controlador buscan apelar a elementos como la memoria muscular del aficionado que, durante años, se ha acostumbrado a manejarlo. Es por ello que su diseño es muy continuista.
Concretamente, y en términos porcentuales, explican que el 80% de cada iteración de su sistema de control es idéntico al anterior, y que se reservan ese 20% restante para hacer pequeños cambios y mejoras. Parece un margen adecuado teniendo en cuenta lo poco amigo que es el "Gamer" de ver modificaciones en las cosas a las que está acostumbrado. Con el mejor mando del mercado desde la generación de Xbox 360 es difícil contradecir sus argumentos.
Así mismo, se han permitido recuperar el tacto rugoso del mando Elite para el reverso del controlador, pero también lo han hecho extensible a los gatillos para mejorar la tracción. Hay otros elementos como un suave rediseño del frontal donde está el botón de encendido o de los sticks, pero lo que más llama la atención es la incorporación del botón de compartir, que nos permite con un toque sacar una captura instantáneamente de lo que haya en pantalla y, si lo dejamos apretado, capturará los últimos treinta segundos en nuestro disco duro o dispositivo habilitado.
Para unas generaciones de usuarios como las actuales que gustan de compartir sus logros jugables, es muy interesante ponerles la opción de recogerlos al alcance de la mano y sin tener que recorrer interminables menús para conseguirlo. En resumidas cuentas, y sin afán de entrar en aspectos valorativos puesto que esto no es una review, sí puedo decir que las mismas sensaciones de comodidad y ergonomía del anterior mando se reproducen en esta ocasión, con un controlador que en cuanto a peso y forma es virtualmente idéntico a su antecesor.
Si te das cuenta, cierro el círculo como lo empecé… hablando de la importancia que le da la consola a la comodidad del usuario. Todo parece orientado a fomentarla y demuestra que el buen camino que lleva Microsoft tras unos años de vaivenes se debe, fundamentalmente, no solo a un profundo conocimiento del medio sino también a su obsesión por escuchar sus jugadores. Cuando se lleva a cabo un salto generacional todos esperamos más potencia gráfica, juegos más rápidos y mejores; sin embargo es una sorpresa agradable ver que también alguien ha pensado muchas de sus funciones en hacernos la vida más fácil.
No soy capaz de decir quién ganará la próxima generación de videoconsolas cuando ni siquiera soy capaz de recomendaros si debéis comprar una videoconsola u otra para dar el salto generacional. Sin embargo, lo que sí puedo deciros es que Microsoft, por fin, está preparada para competir en el próximo ciclo de consolas con tres grandes argumentos: capacidad futura para crear software, tener la mejor oferta de servicios actual y gozar de un hardware al que no puedo ponerle una sola pega.
Y esto, recordando todas las decisiones incorrectas y patinazos que se llevaron a cabo con Xbox One, es una gran noticia para todos. Ojalá construyan a partir de aquí una generación de leyenda, por fin tienen mimbres para lograrlo.