Cuando sacas el Motorola Edge de la caja te das cuenta de que no es un Motorola más. Si bien el dispositivo bebe del diseño de sus hermanos de la gama One, poco o nada tiene que ver con ellos cuando observamos su muy curvada pantalla OLED y su tasa de refresco. Es un gama media premium bastante interesante y, por qué no decirlo, llamativo.
Ya tuvimos ocasión de probarlo para contaros nuestras primeras impresiones, pero ahora es el momento de hacer un análisis con mayor profundidad, así que sin más dilación, vamos a ello.
Ficha técnica del Motorola Edge
MOTOROLA EDGE | |
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DIMENSIONES Y PESO | 161,64 x 71,1 x 9,29 mm |
PANTALLA | OLED de 6,7 pulgadas |
PROCESADOR | Snapdragon 765 |
MEMORIA RAM | 6 GB |
ALMACENAMIENTO INTERNO | 128 GB ampliables con tarjetas microSD |
CÁMARA TRASERA | 64 MP f/1.8 |
CÁMARA DELANTERA | 25 MP f/2.0 |
BATERÍA | 4.500 mAh |
SISTEMA OPERATIVO | Android 10 |
CONECTIVIDAD | USB tipo C |
OTROS | Lector de huellas en pantalla |
PRECIO |
Motorola Edge - Smartphone de 6.7" FHD+ (5G, Pantalla Curva o-Notch 90 Grados, procesador Qualcomm Snapdragon SM7250, cámara 64 MP, batería 4500 mAH, Dual SIM, 6/128 GB, Android 10) Negro
Diseño: un sabor familiar
Comenzamos este análisis hablando del diseño. El Motorola Edge, como decíamos anteriormente, bebe de lo visto en otros dispositivos de gama One como el One Action, One Macro o el reciente One Fusion+. Sin embargo, en esta ocasión Motorola se ha olvidado de módulos e implementaciones gruesas para las cámaras y ha optado por una solución más sencilla y que, todo sea dicho de paso, funciona mejor: integrar las cámaras en el propio chasis. No sobresalen casi nada, menos de un milímetro, y se agradece.
¿Por qué? Porque uno de los problemas que tienen los módulos fotográficos gruesos como los del iPhone 11 Pro, Huawei P40 y Redmi Note 9S es que hacen que el móvil se tambalee cuando lo dejamos sobre una mesa. El Motorola Edge, sin embargo, tiene una trasera casi, casi completamente lisa, por lo que no se tambalea.
Dicho lo cual, la parte trasera está acabada en plástico y en color negro, pero un negro brillante que, para desgracia de mis manías, se llena de huellas. El plástico tiene la ventaja de que se resbala menos que el cristal, pero si no está bien rematado puede ser un imán de ellas, y en este caso lo es. Como dato a tener en cuenta, Motorola añade en la caja una funda de silicona, así que siempre está la opción de ponérsela y desentenderse de manchas.
La trasera está ligeramente curvada por los laterales, de forma que se mejora la ergonomía. Es una curvatura algo menos pronunciada que la de la pantalla, de la cual hablaremos más adelante, y sienta bastante bien en mano. También están curvadas las esquinas, lo que permite que podamos sujetarlo en vertical u horizontal sin que "se nos claven" en las manos, algo que, por ejemplo, nos pasó con el Samsung Galaxy Note 10+ y sus esquinas más rectas.
Repasando los cantos, el derecho aloja los botones de volumen y de inicio. Este último se encuentra en una posición cómoda y fácilmente alcanzable con el dedo pulgar de la mano derecha o el índice de la izquierda y, además, tiene un sutil grabado que permite localizarlo rápidamente. Los de volumen, sin embargo, están demasiado arriba y tocarlos sin tener que mover la mano es muy complicado.
El canto izquierdo está completamente vacío; en el superior tenemos el slot para la tarjeta nanoSIM y la microSD, así como un micrófono; y en la parte inferior tenemos el puerto de carga USB tipo C, el jack de auriculares (minipunto para Motorola) y el altavoz. Este está en la parte derecha, por lo que es relativamente sencillo taparlo con la mano al sujetarlo, sobre todo en horizontal (al jugar, por ejemplo). De su rendimiento hablaremos en su apartado correspondiente.
El Motorola Edge es un terminal bastante grande y grueso, ya que mide 161,64 milímetros de alto y 71,1 milímetros de ancho. Su grosor es de 9,29 milímetros, una cifra bastante alta que tiene su razón de ser, ya que bajo el capó del dispositivo hay una batería de 4.500 mAh. Aunque es grande, no pesa demasiado: 188 gramos. El peso está bien repartido, sintiéndose equilibrado en mano y haciendo que, a pesar de su altura y anchura, no sea incómodo de sujetar durante mucho tiempo.
Altura (milímetros) | Anchura (milímetros) | Grosor (milímetros) | Peso (gramos) | Pantalla (pulgadas) | Batería | Superficie (cm2) | Volumen (cc) | |
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Motorola Edge | 161,4 | 71,1 | 9,29 | 188 | 6,7 | 4.500 | 114,75 | 106,60 |
Xiaomi Redmi Note 9 Pro | 165,8 | 76,7 | 8,8 | 209 | 6,67 | 5.020 | 127,16 | 111,91 |
Realme 6 Pro | 163,8 | 75,8 | 8,9 | 202 | 6,6 | 4.300 | 124,2 | 110,5 |
Nubia Red Magic 5G | 168,6 | 78 | 9,8 | 218 | 6,65 | 4.500 | 131,508 | 128,88 |
OnePlus 8 Pro | 165,3 | 74,35 | 8,5 | 199 | 6,78 | 4.510 | 122,9 | 104,47 |
Huawei P40 Pro | 158,2 | 72,6 | 8,95 | 209 | 6,58 | 4.200 | 114,85 | 102,79 |
Samsung Galaxy S20 Ultra | 166,9 | 76 | 8,8 | 220 | 6,9 | 5.000 | 126,84 | 111,62 |
iPhone 11 Pro Max | 158 | 77,8 | 8,1 | 226 | 6,5 | 3.969 | 122,92 | 99,57 |
Pixel 4 XL | 160,4 | 75,1 | 8,2 | 193 | 6,3 | 3.700 | 120,46 | 98,78 |
LG V60 ThinQ | 169,4 | 77,7 | 8,9 | 219 | 6,8 | 5.000 | 131,62 | 117,15 |
OPPO Reno 10x Zoom | 162 | 77,2 | 9,3 | 210 | 6,6 | 4.065 | 125,07 | 116,31 |
Sony Xperia 1 II | 165,1 | 71,1 | 7,6 | 181,4 | 6,5 | 4.000 | 117,39 | 89,21 |
Ahora bien, es innegable que es un móvil alto, por lo que usarlo con una sola mano es sencillamente imposible. Hay algunas implementaciones a nivel de sistema que buscan facilitarlo, como el gesto de deslizar hacia abajo para abrir la barra de notificaciones, pero eso no quita que las personas con manos pequeñas quizá se vean obligadas a tener que usar el móvil con las dos manos.
En líneas generales, el Motorola Edge es un dispositivo bien construido, con un diseño propio de los terminales más premium y de su rango de precios. Puestos a pagar 600 euros, se habría agradecido un material más noble para la parte trasera, pero sea como fuere, es un móvil que se siente bien en mano y con un acabado llamativo, tanto por delante como por detrás. En pocas palabras, es un móvil que entra por los ojos. El problema es que los curvas te dan, las curvas te lo quitan.
Pantalla: las curvas, ay, las curvas
La pantalla tiene dos protagonistas indiscutibles: las curvas y la tasa de refresco, pero antes de hablar de ellas, vamos a quitarnos de encima la parte técnica. El Motorola Edge nos ofrece un panel OLED de 6,7 pulgadas con resolución FullHD+ (2.340 x 1.080 píxeles) en formato 19,5:9, lo que se traduce en 385 píxeles por pulgada. Es una resolución suficiente para cualquier tipo de tarea, ya sea chatear, leer o jugar, y en ningún momento hemos echado en falta más píxeles.
El panel está bien calibrado de fábrica y no hemos apreciado que los blancos estén más azules o naranjas de la cuenta. Los colores tienen una saturación correcta, siendo llamativos y visualmente atractivos sin llegar a ser estridentes, pero tiene trampa. Por defecto, el modo de color de los ajustes está configurado en "Saturados". Si lo ponemos en normal, los colores se apagan y no lucen tan bien, por lo que recomiendo no tocar esa configuración y dejarla como viene de fábrica.
No tenemos notch de ningún tipo ni mecanismo pop-up, sino que Motorola ha optado por un dotch, a.k.a. un agujero en la pantalla situado en la esquina superior izquierda. No molesta en absoluto y las aplicaciones se adaptan a él para que no interfiera en la interfaz, si bien eso supone reducir ligeramente la superficie útil de la pantalla en juegos.
Al principio puede resultar algo "chocante", sobre todo si no hemos usado anteriormente una pantalla perforada, pero al cabo de un par de días uno se acaba acostumbrado y lo obvia por completo. La perforación es pequeñita, está bien integrada en la pantalla y no tiene sombras extrañas a los lados. Motorola ha hecho un buen trabajo con el dotch de su dispositivo.
La velocidad de respuesta de la pantalla es la que cabría esperar de un terminal de gama media premium 2020. El panel responde de inmediato a nuestros toques y nos ofrece una experiencia fluida. Evidentemente, a ello ayuda, y mucho, la tasa de refresco. Aunque ya hemos empezado a ver móviles con 120 y hasta 144 Hz, el Motorola Edge tiene 90 Hz, un 50% más que los móviles tradicionales, y eso se nota muchísimo en la fluidez y suavidad de las animaciones, al hacer scroll en las apps tipo timeline y en los juegos que están optimizados para estas tasas de refresco.
La tasa de refresco se puede modificar manualmente. Por defecto viene configurada en automático, es decir, que se pone a 90 Hz en apps tipo timeline, menús y en aquellas pantallas en las que disfrutaremos de los 90 Hz, y a 60 Hz en las que no, véase un vídeo de YouTube. Si vemos un vídeo a 60 FPS, no vamos a conseguir una mejor experiencia por tener una tasa de refresco de 90 Hz, así que no es una mala idea. También se pone a 60 Hz cuando activamos el modo de ahorro de batería, pero sea como fuere, la mayor parte del tiempo estará a 90 Hz y, en caso de que no quieras volver a saber de los 60 Hz, puedes configurarla para que siempre esté a 90 Hz y listo.
Visto esto, vamos a hablar de las curvas. Si bien le dan ese efecto "¡wow!" al dispositivo y son visualmente atractivas, en la práctica las curvas estorban más que aportan. Por un lado, no están bien aprovechadas a nivel de sistema operativo. Sí, podemos poner una barrita para hacer scroll deslizando por ella o abrir apps rápidamente como en los Galaxy de Samsung, pero más allá de eso, poco más. Hay una animación de carga que ilumina los laterales en función del nivel de batería y cuando recibimos una notificación, pero es una implementación más estética que funcional.
Las curvas tienen un problema, y es que provocan unos ángulos de visión nefastos. Cuanto más pronunciada es una curva, peores ángulos de visión, y en el Motorola Edge esto se aprecia a simple vista. Aunque la pantalla se ve muy bien, en los laterales aparecen dos enormes sombras grises que hacen que la experiencia empeore. La curvatura se come parte del contenido y, en ocasiones, puede molestar en según qué juegos.
Un ejemplo rápido: 'Legends of Runeterra'. En este juego las cartas se ponen en la parte inferior y hay que deslizar desde abajo hacia arriba para sacarlas al campo de batalla. La curva no solo afecta a la disposición de las cartas, que se quedan justo en el punto medio de la curvatura, sino que entorpece el proceso de seleccionar una carta y moverla de sitio, ya que al deslizar hacia arriba desde la curva el móvil entiende que estamos haciendo el gesto de volver a la pantalla principal. Es un ejemplo sencillo, pero nos sirve para entender los sacrificios que se hacen al curvar el panel.
Otro problema son los toques fantasma. Cuando tuve ocasión de hacer las primeras impresiones dije no había tenido problemas, pero que mejor esperar al análisis para salir de dudas. Pues bien, es cierto que he tenido experiencias peores con terminales con pantallas menos curvadas que esta, pero haberlos haylos. No han sido demasiado frecuentes, pero de vez en cuando me he encontrado con scrolls no deseados o toques accidentales por estar tocando la pantalla sin querer con el dedo.
La pantalla curva aporta más bien poco a la experiencia diaria. Tiene una función curiosa que quizá guste a los más jugones, que es configurar una especie de gatillos virtuales en la curva para los shooters, pero su uso, al menos durante nuestro análisis, ha sido más bien puntual. No está mal, pero para los que busquen unos gatillos lo ideal es optar por unos dedicados como los que monta el Black Shark 3 Pro.
En resumidas cuentas, es un pantalla que se ve bien, a la que le sienta de escándalo su alta tasa de refresco y cuya mayor virtud, la curva, es a la vez su mayor defecto. Motorola ha priorizado la estética a lo funcional y eso no siempre es buena idea. Partamos de la base de que el diseño es uno de los puntos clave de este terminal y de que la curvatura de la pantalla juega un papel fundamental en este apartado, pero no termina de convencer. Esta misma pantalla, pero plana, habría sido de sobresaliente.
Rendimiento: lo esperable, para bien
Ahora que ya conocemos a fondo el Motorola Edge por fuera, vamos a sacar el bisturí para echar un vistazo a lo que hay bajo el capó. El Motorola Edge cuenta con 6 GB de memoria RAM y el procesador Snapdragon 765 (no confundir con el Snapdragon 765G), un SoC de siete nanómetros y ocho núcleos con una velocidad máxima de 2,3 GHz, GPU Adreno 620 y 5G integrado.
El conjunto ofrece un rendimiento realmente bueno. El terminal nos permite jugar a juegos pesados y ligeros sin tirones ni lag de ningún tipo, no se calienta en exceso (aunque se puede apreciar cierto aumento de temperatura en la zona central) y en aplicaciones del día a día se comporta correctamente. El Snapdragon 765 es un procesador de lo más solvente y en este smartphone no iba a ser de otra forma.
En lo referente al almacenamiento interno, 128 GB UFS 2.1 serán suficientes para la inmensa mayoría de usuarios y, en caso contrario, siempre se puede ampliar mediante tarjetas microSD. Algo parecido ocurre con la RAM. Seis gigas, lejos de ser la cifra más alta del mercado, son suficientes para mantener las apps en segundo plano, iniciarlas rápidamente y permitir volver a las abiertas anteriormente sin tener que volver a cargarlas de nuevo.
Dicho de otra forma, el rendimiento no va a ser ningún problema en el día a día. Evidentemente, no le podemos pedir el mismo desempeño que a un terminal de gama alta y tenemos que entender que, a pesar de costar 600 euros, el motor del Motorola Edge es de gama media premium, por lo que tendremos una experiencia acorde a su gama. Para los que se fijen en los benchmarks, he aquí los resultados:
Motorola Edge |
Realme 6 Pro |
Xiaomi Mi Note 10 |
Xiaomi Mi 9T |
Samsung Galaxy A70 |
Motorola One Vision |
Xiaomi Mi A2 |
Lenovo Z5S |
Huawei P Smart 2019 |
|
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
PROCESADOR |
Snapdragon 765G |
Snapdragon 720G |
Snapdragon 730G |
Snapdragon 730 |
Snapdragon 675 |
Exynos 9609 |
Snapdragon 660 |
Snapdragon 710 |
Kirin 710 |
RAM |
6 GB |
8 GB |
6 GB |
6 GB |
6 GB |
4 GB |
4 GB |
3 GB |
4 GB |
ANTUTU |
306.887 |
279.533 |
253.660 |
211.901 |
170.567 |
136.111 |
127.610 |
130.026 |
130.026 |
GEEKBENCH |
593 / 1.742 (5.0) |
568 / 1.676 (5.0) |
539 / 1.715 (5.0) |
2.545 / 6.900 |
2.363 / 6.390 |
1.507/4.934 |
1.626 / 4.286 |
1.531 / 5.149 |
1.531 / 5.149 |
PC MARK WORK |
10.541 |
10.099 |
7.473 |
9.166 |
8.889 |
6.812 |
6.332 |
8.809 |
5.853 |
3D MARK(SLING SHOT) |
4.308 |
3.741 |
- |
3.196 |
1.766 |
2.030 |
1.910 |
- |
1.144 |
Hablando de rendimiento, no está de más hacer un repaso al sonido. El terminal tiene un altavoz estéreo que se oye bien, incluso a volúmenes altos, aunque el punto dulce está al 80%. A ese volumen se escuchan mejor los matices de las canciones. Sin embargo, los más sibaritas del audio notarán que a los graves les falta algo de pegada y que los agudos, cuando son muy pronunciados, se saturan. Ahora bien, para ver vídeos en YouTube, pelis en Netflix o escuchar podcasts es más que suficiente y, en el peor de los casos, tenemos jack de auriculares para una experiencia más inmersiva.
Terminamos este apartado hablando de la conectividad. Al Motorola Edge no le falta de nada, en tanto que tiene Bluetooth 5.1, NFC (y por lo tanto, pagos móviles), WiFi ac y 5G. Posiblemente dentro de un año o dos proceda detenerse más en la experiencia con el 5G, pero por el momento su uso es poco más que anecdótico. El 5G solo está disponible en un puñado de ciudades y solo en ciertas tarifas de Vodafone, así que no se puede explotar. Para saber cómo es la experiencia, en Xataka tuvimos ocasión de probar dos semanas un teléfono 5G en una ciudad 5G y (spoiler) la experiencia no fue muy diferente a la que se tiene con un terminal 4G.
Software: larga vida a Android Puro (más o menos)
Si por algo se ha caracterizado Motorola desde su regreso con aquel fabuloso Moto G es por implementar un sistema operativo limpio, sin capas de personalización y sin añadidos superfluos que puedan afectar a la experiencia de uso. En este terminal no iba a ser de otra manera, así que tenemos Android 10 con una estética clavada a la de Android Puro, pero con ciertos aliños escondidos en la app Moto Actions.
Como tal, el sistema operativo es fácil de usar, se mueve con una fluidez y suavidad exquisita y no tiene bloatware de ningún tipo más allá de la enorme cantidad de aplicaciones de Google que vienen preinstaladas. En los ajustes tenemos lo justo y necesario para configurar la privacidad, gestionar los permisos y conocer el estado del terminal, siendo lo más llamativo "Bienestar digital y control parental", que nos permite saber de un solo vistazo cómo (y cuánto) usamos el teléfono.
Por lo demás, el sistema de gestos es el que monta Android 10 por defecto y su funcionamiento es óptimo. Deslizando hacia arriba saldremos de las apps, deslizando hacia arriba y manteniendo abriremos la multitarea y deslizando hacia los lados iremos hacia atrás. Es fácil, sencillo y mejora la experiencia con la pantalla, aunque se puede poner una barra de navegación al uso desde los ajustes.
Es en la app Moto Actions en la que podremos añadir o quitar cosas. Por ejemplo, podemos personalizar la cuadrícula de la pantalla principal, crear temas o cambiar los fondos de pantalla. En la parte de "Acciones Moto" podremos activar funciones como la captura con tres dedos, levantar para desbloquear o los controles multimedia en los botones de sonido; en "Pantalla Moto" podremos activar la pantalla atenta (para que no se apague mientras la estemos mirando) y las interacciones con los bordes de la pantalla.
Y aquí volvemos al tema que mencionábamos anteriormente: la pantalla curva se podría aprovechar mejor. Podemos activar una barrita lateral para que, al deslizar hacia la izquierda sobre ella, se nos abran apps o accesos rápidos, pero solo nos aparecen seis iconos (configurables, eso sí). No se pueden añadir varias pantallas con widgets o personalizar el pop-up con otro tipo de contenido. Es como que se queda a medias, por lo que en la práctica no se acaba usando demasiado.
En la opción "Pantalla Moto" también podemos configurar una serie de animaciones con luz en las curvas para que se iluminen al recibir una notificación o para que nos muestren el nivel de batería iluminando más o menos los bordes. ¿Cuál es el problema? Que esta animación se disfruta cuando dejamos el teléfono con la pantalla hacia abajo, y a mí, a título personal, no me gusta tener el teléfono con la pantalla sobre la mesa porque por más Gorilla Glass que haya no tardarán en aparecer microabrasiones y arañazos.
Para los juegos, Motorola tiene la opción GameTime que, básicamente, nos permite configurar los gatillos táctiles que mencionábamos anteriormente, silenciar las notificaciones y las llamadas y aplicar mejoras al audio que no se notan en exceso. Lo más llamativo, sin duda, son los gatillos, que pueden resultar útiles para juegos como 'Fortnite' o 'PUBG', aunque no tienen nada que hacer contra los gatillos físicos de los móviles gamers.
En resumidas cuentas, el sistema operativo funciona de maravilla. Motorola siempre suele hacer un trabajo muy bueno con su interpretación de Android y eso se traduce en muy buen rendimiento, pero puede quedarse corto para los que sí aprovechen las opciones adicionales que marcas como Samsung, Huawei, Xiaomi, OPPO y compañía implementan en sus terminales. Lo que ganamos en sencillez y rendimiento lo perdemos en funciones, pero no se puede querer todo.
Biometría: sentimientos encontrados
La seguridad de este dispositivo queda a cargo de dos sistemas: el lector de huellas bajo la pantalla y el desbloqueo facial en dos dimensiones. El lector de huellas es óptico, es decir, "fotografía" nuestra huella a través de la pantalla y compara la imagen con la almacenada en la memoria del terminal. ¿Qué quiere decir eso? Que necesita luz. Eso provoca que la pantalla se tenga que iluminar por la zona en la que está el sensor, lo que se traduce en un pequeño flash que de noche es poco agradable.
Su rendimiento es correcto, aunque mejorable. No es el lector de huellas óptico bajo la pantalla más rápido del mercado y tampoco compite en velocidad con los lectores de huellas traseros o laterales. Es suficiente para desbloquear el terminal, pero tenemos que dejar el dedo sobre la pantalla algo menos de un segundo y en una zona muy concreta para que lo detecte. Como contrapunto, la tasa de fallos es muy baja y, si bien quizá sea algo más subjetivo, es sorprendentemente natural poner el dedo sobre la pantalla para desbloquearlo.
También tenemos desbloqueo facial en dos dimensiones. La configuración es muy rápida y el rendimiento no difiere de otros terminales con tecnología similar. Como siempre suele ocurrir, de día nos detecta sin mayor problema pero de noche o cuando la luz es escasa falla o, directamente, no nos detecta. Se puede configurar para que al levantar el teléfono se encienda la pantalla y nos detecte, pero estamos en las mismas: de día funciona perfectamente, pero de noche es mejor usar el lector de huellas.
Autonomía: una grata sorpresa
De nada sirve tener un rendimiento correcto y un sistema operativo limpio que se mueve sin mayor problema sin una batería que sea capaz de darle vida al dispositivo. En el caso del Motorola Edge encontramos una batería de 4.500 mAh que, según Motorola, es capaz de ofrecer hasta dos días de uso. Es una estimación algo optimista y que depende muchos factores, desde la calidad de la red al uso que hagamos del terminal, pero la autonomía real no está mal.
Por norma general, durante el tiempo que lo hemos estado usando hemos podido conseguir entre ocho y nueve horas de pantalla activa de media, llegando sin mayor problema al final del día. Hemos hecho un uso moderado, como el que haríamos con nuestro móvil personal, es decir: jugar de vez en cuando, ver vídeos en YouTube y Twitch, chatear y navegar. No hemos tenido problemas con la batería, algo que se agradece viendo el tamaño de la pantalla y la tasa de refresco.
Ahora bien, la carga rápida no es tan rápida como parece. El Motorola Edge admite hasta 18W de potencia, que no está mal para un móvil de 3.000 mAh, pero sí para un terminal con 4.500 mAh. Tarda unos 50 minutos en pasar del 0% al 50% y algo más de dos horas en cargarse por completo. La carga no es lo suficientemente rápida para darle un "chute" en un momento de urgencia, aunque se compensa con una autonomía decente. El cargador compatible con la carga rápida se incluye en la caja, por cierto.
Cámara: que no falten sensores
Terminamos este análisis con el correspondiente análisis de la cámara. Motorola ha montado cuatro cámaras traseras capitaneadas por un sensor de 64 megapíxeles que, en la práctica, toma fotos de 16 megapíxeles gracias a la tecnología de combinación de píxeles. Evidentemente, usando el modo dedicado podemos forzar la máxima resolución en caso de que necesitemos fotos más grandes, aunque con 16 megapíxeles será más que suficiente para la mayoría de escenarios.
El segundo sensor es un gran angular de 16 megapíxeles con apertura f/2.2 y 116º de campo de visión que no solo funcionará como gran angular, sino que también podremos usar como macro. El tercer sensor es un telefoto de ocho megapíxeles con zoom óptico de dos aumentos. No es la cifra más alta del mercado, pero al menos nos servirá para acercarnos un poquito o conseguir resultados algo más artísticos. Finalmente, tenemos un ToF para hacer mediciones de profundidad.
En cuanto a la cámara delantera, Motorola ha optado por una cámara de 25 megapíxeles que, curiosamente, también se vale de la tecnología Quad Pixel para sacar fotos efectivas de seis megapíxeles con más luz. De nuevo, destacar que se puede forzar la resolución de 25 megapíxeles para conseguir una foto más grande, aunque en la práctica, como con la cámara trasera, no va a ser necesario.
App de cámara
Antes de ver los resultados, no está de más repasar la cámara. Es una app bastante sencilla y, en algunos casos, demasiado. Motorola prefiere no atosigar al usuario con una ristra de modos en la zona inferior, sino que deja espacio para la cámara y el vídeo y reserva un tercer icono para un cajón de sastre con todos los modos. Allí encontraremos el modo de 64 megapíxeles, el macro, el retrato, etc.
Algo que es interesante es que la cámara recuerda el último modo que hemos usado. Por ejemplo, si disparamos un macro y cerramos la cámara, al abrir la app de nuevo nos mostrará el icono de cámara, de vídeo y de macro, que rotará conforme empecemos a usar otros modos. Es muy útil, pero habría agradecido tener todos los modos dispuestos en la zona inferior para poder desplazarme entre ellos rápidamente sin tener que buscarlos en el listado.
En la parte inferior tenemos las funciones adicionales, como el flash, el modo belleza, el temporizador, la foto animada, la opción para activar el modo manual (que ya podría haberse metido en el cajón con el resto de modos) y los ajustes. En ellos podremos activar la cuadrícula, cambiar la resolución y el formato y activar o desactivar la marca de agua. En las imágenes que verás a continuación está activada para evitar confusiones, pero se puede eliminar e incluso personalizar.
En cuanto al rendimiento de la app, es un poquito lenta a la hora de disparar. Entre que pulsamos el botón y se guarda la foto pasa un pequeño lapso de tiempo inferior a un segundo, sí, pero suficiente para que no tengamos esa sensación de captura inmediata. Es una cuestión de ir puliéndola vía actualizaciones de software. Por lo demás, es una app simple y fácil de usar una vez te acostumbras a buscar los modos. Dicho lo cual, veamos los resultados.
Cámaras traseras de día
Cuando la luz acompaña la cámara es capaz de conseguir unos buenos resultados, con colores naturales y un procesado poco agresivo. El nivel de detalle es bueno, incluso cuando ampliamos al 100% en una zona, y la gestión de luces altas y sombras con HDR es correcta. La foto, en términos generales, es muy buena, aunque en según qué situaciones el balance de blancos tiende ser algo más frío de la cuenta.
Con el gran angular podemos conseguir resultados más llamativos y capturar más escena. Los 16 megapíxeles de resolución se agradecen, ya que el detalle se conserva mejor, pero no deja de ser cierto que hay diferencias evidentes entre el sensor principal y el gran angular. Los detalles del fondo salen más empastados y la imagen sale más lavada. También se puede aprecia que el balance de blancos es más cálido, aunque la foto global es buena y correcta para un gama media de estas características.
El zoom de dos aumentos, por su parte, consigue mantener el nivel de detalle a simple vista, pero no armoniza el balance de blancos con el sensor principal. Se puede apreciar claramente que la imagen es más cálida que la obtenida con la cámara de 64 megapíxeles, aunque el resultado es positivo. Si ampliamos veremos que la nitidez cae ligeramente, pero se mantiene a niveles aceptables. La experiencia es correcta, pero habría agradecido tener OIS para evitar alguna que otra vibración.
La cámara nos permite estirar el zoom hasta hacer diez aumentos digitales, pero al César lo que es del César, las fotos tienen margen de mejora. No es un dispositivo pensado para hacer este tipo de aumentos y tira demasiado de postprocesado. La imagen tiende a salir muy lavada y sí, es verdad que se puede saber qué estamos fotografiando y que, dentro de lo cabe, las líneas se mantienen, pero mejor acercarse para aprovechar los dos aumentos ópticos.
Finalmente, en cuanto al macro, lo mismo que en otros terminales. Está bien tenerlo para ocasiones puntuales, pero no es un modo que vayamos a aprovechar a diario. Este modo usa el gran angular y permite enfocar a muy poca distancia, ofreciendo unos resultados sorprendentemente buenos, pero en el día a día no hemos tenido necesidad de hacer fotos tan de cerca. Además, como tarda un poquito en sacar la foto, no es difícil que el sujeto salga movido. Pero sea como fuere, si algún día quieres fotografiar hormigas, lo podrás hacer.
Modo de 64 megapíxeles
La cámara nos permite forzar los 64 megapíxeles, de forma que podemos sacar fotos más grandes. Aunque en estas dos muestras las imágenes están comprimidas con fines ilustrativos, la tomada en 16 megapíxeles pesa 6,08 MB y tiene 4.640 píxeles de ancho por 3.472 píxeles de alto. La tomada con el modo de 64 MB pesa 15,7 MB y mide 9.280 x 6.944 píxeles.
¿El resultado? Una imagen más grande que nos permite ampliar más sin perder detalle, pero en la que se sacrifica viveza del color. ¿Cuándo merece la pena usar este modo? Cuando vayamos a hacer una foto que queramos imprimir o que queramos retocar a posteriori, en cuyo caso lo ideal es usar el modo manual para obtener directamente el archivo RAW.
Cámaras traseras de noche
Si de día la cámara convence y consigue buenos resultados, de noche más bien todo lo contrario. Empezamos repasando el sensor de 64 megapíxeles, que consigue salvar la escena a costa de subir la ISO, meter grano y lavar la imagen. Aunque lo pueda parecer, esta escena no es tan oscura como daría a entender la foto y, sin embargo, la cámara la ha tomado con ISO 14.080, algo que se traduce en grano y nitidez mejorable. Además, volvemos a lo mismo de antes. La app tarda un poquito en capturar la escena y no es complicado que salga movida.
Con el gran angular, la mejor experiencia se consigue no usándolo. Es un sensor mucho menos luminoso que el resto, por lo que cuando la luz cae la foto tiende a salir muy-oscura-casi-negra. No es algo que sea propio de este móvil, todo sea dicho. Todos los grandes angulares de casi todos los móviles hincan la rodilla cuando la luz desaparece. El Motorola Edge, simplemente, no es una excepción.
El telefoto consigue unos resultados en la línea del sensor principal. La imagen tiene mucho ruido, está bastante lavada y los detalles de la imagen salen demasiado empastados. Salvará una escena puntual, pero no es una lente que se disfrute de noche. Si ya lo explotamos al máximo y hacemos 10 aumentos, la cámara nos devuelve una foto muy, pero que muy lavada que habla por sí misma.
Modo noche
Por fortuna, Motorola no se ha querido olvidar del modo noche que, en esta ocasión, se llama visión nocturna. Lo ideal sería que se activase automáticamente cuando la escena lo permita, y bueno, es verdad que no lo hace, pero la app sí nos recomienda que lo usemos cuando detecta que la escena tiene poca luz.
Es un modo que, básicamente, toma una larga exposición para rescatar luz y que, lejos de ser el mejor modo noche de su rango de precios, se nota para bien. La imagen sale menos lavada que con el modo automático, tiene más luz y los detalles se conservan bastante mejor. Parecen dos fotos tomadas con móviles diferentes y sería fantástico poder usar este modo con todos los sensores, no solo con el principal.
Selfie de día
El selfie de día es bastante bueno y nos ofrece una imagen final más que correcta. El sujeto tiene un buen nivel de detalle, las luces están bien gestionadas y el HDR cumple su cometido, rescatando las luces altas del fondo y levantando ligeramente las sombras. Si forzamos el modo de 25 megapíxeles, conseguiremos una foto con mayor nivel de detalle, pero colores más apagados.
El modo retrato, por su parte, también es correcto. La cámara recorta con mucha precisión al sujeto y el nivel de detalle del mismo es sobresaliente, al nivel de los selfies. El problema es que el bokeh es poco natural y la imagen queda algo artificial. Lo normal sería que el desenfoque se aplicase de forma gradual, de forma que el fondo estuviese más desenfocado que el primer plano, pero no es el caso. El bokeh, por cierto, se puede modificar en la app de cámara para hacerlo más o menos pronunciado.
Selfie de noche
El selfie nocturno no está mal, pero tampoco es el mejor selfie de la gama media. El sujeto tiene un nivel de detalle suficiente, pero en la foto en conjunto se aprecia cierto lavado y procesado que salta a la vista cuando ampliamos un poquito. Rompiendo una lanza a favor de la cámara, el balance de blancos es correcto y, aunque se echa de menos algo más de luz, los colores están bien salvados.
En cuanto al modo retrato, tenemos unos resultados que son como mezclar las bondades de la fotografía diurna con los defectos de la nocturna. El recorte del sujeto sigue siendo preciso (con alguna que otra imprecisión en zonas complicadas como el pelo) incluso cuando la luz escasea, pero el nivel de detalle se residente. Salva la papeleta, pero quizá nos interese más dejar el modo retrato para cuando la luz acompañe.
Vídeo
El vídeo de día ha sido una grata sorpresa. La cámara del Motorola Edge nos permite grabar en 4K a 30 FPS y, aunque sería de agradecer alcanzar los 60 FPS, lo cierto es que el resultado es realmente bueno. No está a la altura de la gama alta, evidentemente, el nivel de detalle, la estabilización, la captación de audio y la gestión de luces es buena. La app, además, permite grabar con el gran angular, pero el resultado es pobre y poco o nada tiene que ver con lo que consigue el sensor principal.
De noche, el nivel de detalle se resiente y el ruido no tarda en aparecer. Además, cuando la luz escasea, el sistema de enfoque automático tiene algún que otro problema para poner la escena en foco. También se hace mucho más evidente el ruido. El nivel de detalle es "correcto" cuando la escena sale enfocada, pero tampoco podemos pedirle peras al olmo.
Motorola Edge, la opinión de Xataka
El Motorola Edge es un dispositivo que ejemplifica perfectamente lo que pasa cuando se antepone lo estético a lo funcional. A nivel de diseño, no se le pueden poner pegas. Es un terminal bonito, con una estética llamativa y al que las curvas le sientan muy bien. Si se me permite la expresión, es un dispositivo "sexy", que te entra por los ojos y que te invita a usarlo.
El problema es que las curvas no convencen. Los problemas con los ángulos de visión, los toques fantasma puntuales y la poca utilidad de la curva hacen que lo que es visualmente atractivo no convenza en términos prácticos. Si el Motorola Edge tuviera la misma pantalla, exactamente la misma, pero plana, sería una pantalla digna de aplauso, pero la enorme curva que tiene estorba más que aporta.
Ahora bien, si la pantalla curva no convence, el rendimiento, la batería y el sistema operativo lo hacen con creces. Motorola ha elegido un buen procesador, que combinado con una versión de Android sin apenas personalización, resulta en un rendimiento soberbio. El buen rendimiento, unido a la tasa de refresco de 90 Hz, hace que el terminal se mueva suave y sin un solo tirón. Ayuda, por supuesto, que la batería nos permita llegar al día sin mayor inconveniente.
En cuanto a la cámara, sensaciones encontradas. De día la hemos disfrutado mucho y hemos podido sacar fotos de lo más correctas, pero de noche tiene mucho margen de mejora. No le podemos pedir a un móvil de gama media premium el rendimiento de un gama alta premium de 1.200 euros, evidentemente, pero sí que sea más solvente cuando es de noche. De día no está nada mal, pero la escasa calidad que se consigue al caer la luz le quita demasiados puntos.
Y llegamos así al punto más controvertido: el precio. El Motorola Edge vale nada más que 599 euros, un precio que lo deja a la altura de la gama alta asequible y muy por encima de la gama media convencional. Es un precio que deja al Motorola Edge en tierra de nadie. La palabra final la tendrá el consumidor, por supuesto, pero ante la decisión de gastar 600 euros en un smartphone surge la duda de si quizá merece la pena estirar un poco el presupuesto e ir a la gama alta o reducirlo considerablemente y apostar por un gama media.
8,5
A favor
- Los 90 Hz le sientan espectacularmente bien a la pantalla
- El rendimiento es muy bueno.
- La batería, suficiente para llegar al final del día sin problema.
En contra
- La pantalla curva no convence y estorba más que aporta.
- La cámara tiene mucho margen de mejora cuando es de noche.
- Vale 600 euros y la trasera está hecha de plástico.
El terminal ha sido cedido para la prueba por parte de Motorola. Puedes consultar nuestra política de relaciones con empresas.
Motorola Edge - Smartphone de 6.7" FHD+ (5G, Pantalla Curva o-Notch 90 Grados, procesador Qualcomm Snapdragon SM7250, cámara 64 MP, batería 4500 mAH, Dual SIM, 6/128 GB, Android 10) Negro